A partir de la última década la región de Ancash a sido objeto de numerosas investigaciones arqueológicas, que aún continúan; la gran cantidad de sitios registrados hasta la fecha, afirman que este territorio es una de las regiones más densas en cuanto a sitios arqueológicos, sitios que se extienden por las diversas épocas o períodos del desarrollo prehispánico. Es a partir del siglo XIX que se señala la importancia de la región de Ancash, acrecentándose los trabajos científicos en los años posteriores (siglo XX y los del presente siglo), surgiendo más preguntas que respuestas sobre aspectos que en algún momento se daban por resueltos tácitamente. Para el período precerámico los trabajos de Grieder y Bueno en el sitio de La Galgada, aportaron valiosos datos sobre la tradición religiosa de fogones con ventilación, los cuales se halla además en otros sitios, como Huaricoto, Kotosh y Piruro, siendo una incógnita aún el orden del desplazamiento de esta tradición, por un lado (Bueno 2003: 67) señala que a esta tradición se inicia en La Galgada y luego se desplaza hacia otros lugares, cuyos fechados son casi contemporáneos, teniéndose las fechas Tx – 2463: 2,260 +/- 187 20 a.C. para La Galgada (Bueno 1981: 53) y la fecha GaK-766b 1950 +/- 100 para Kotosh (Onuki 1994: 74), mientras que para Piruro se tiene un fechado de 2500 a.C. sin identificación (Bonnier et al 1985: 100). Si tenemos en cuenta que todos los fechados están sin calibrar, deja un margen muy estrecho para asumir desplazamientos, en especial en épocas tan tempranas. Como resultado los problemas de fechados se convertirán en un tema de debate en los próximos años, con los nuevos métodos de calibración de los mismos. Los trabajos que actualmente lleva a cabo Bueno en el monumental sitio de Tunshucaiko, cuya cronología se remontaría entre los 2550 – 1600 a.C. esperamos puedan dar a conocer las similitudes entre este sitio y La Galgada para esta época. Esperaremos hallar un pozo con fogón central en Tunshucaiko o simplemente las huellas de incineraciones de ofrendas?; tal como sucedió para Huaricoto, donde la tradición religiosa no se interrumpió durante unos 2000 años, inclusive en la época Chavín (Burger 2003: 49). En el trabajo de Burger vemos que la cerámica aparece en la sierra de Ancash hacia los 1800 a.C. con el estilo Toril, fragmentos de este estilo han sido reportados en la región de Conchucos en el sitio de Huarijircan en Huari (Amat 1974: 89, 124). En el Formativo Medio u Horizonte Temprano, período que corresponde a Chavín, las secuencias estilísticas obtenidas (Burger 1998, Lumbreras 1989, 1993), provienen del Templo de Chavín y sus alrededores, nuestras prospecciones en las micro cuencas del Huaritambo, Rurichinchay, y Pushka, revelan la casi total ausencia de material netamente Chavín, lo que significaría que correlacionar secuencias en una misma mircroregión no es posible. Ya que la secuencia estilística que se maneja, se cumple sólo para Chavín y sus alrededores, pues 10 Km fuera de esa área el panorama es diferente, es necesario trabajos de secuencia estilística correlacionadas con fechados radiocarbónicos para poder establecer secuencias a nivel regional o micro regional. Más aún con los problemas de cronología que presenta el templo de Chavín de Huántar, Rick manifiesta no existir evidencia confiable para esta cronología (1998:208). En resumen ¿podremos considerar la secuencia estilística cerámica de Chavín de Huántar como un reflejo en la cuenca del Puccha?. Las investigaciones sobre el Intermedio Temprano, caracterizado por la presencia de la Cultura Recuay, ha sido abordado en los últimos años (Lau 2000, 2001, Orsini 2001, Gero 1999), llegando a desarrollarse temas sobre iconografía, cosmovisión, manejo de espacios, entre otros. Acerca de la cronología Wegner manifiesta que hay dificultad de inferir diferencias temporales dentro del estilo Recuay, dado que no existen mayores datos acerca de la procedencia de los contextos funerarios y de excavaciones llevadas a cabo en basurales o sitios de habitación. La mayor parte de las piezas cerámicas expuestos en los diversos museos provienen de contextos funerarios, sean excavados como es el caso de Pashash (Grieder 1978) o simplemente reunidas por los pobladores de contextos desconocidos (Wegner 2001: 11). En este período numerosos asentamientos han sido registrados tanto para el Callejón de Huaylas (Lau, Alcalde, Soto y Wegner en este volumen) como para la región de Conchucos (Amat, Orsini, Herrera, Diessl e Ibarra en este volumen), notándose en el Callejón de Huaylas la existencia de asentamientos fortificados, además de armas líticas (Lau en este volumen pp. 138). Para la región de Conchucos, específicamente en el valle de Chacas, Orisni (en este volumen pp.167), reporta la presencia de asentamientos fortificados en las punas; Herrera (en este volumen pp. 237-238), reporta asentamientos de puna, al parecer no fortificados. Para la cuenca del Puccha los asentamientos ocupan las laderas, no habiéndose encontrado sitios fortificados para este período (Ibarra 2004: 268-271). Amat menciona la presencia de un sitio fortificado llamado Upayacu muy cerca a San Marcos (Amat 1974: 231), pero luego señala el mismo sitio, como un adoratorio, sin mencionar las características de fortaleza (Amat 1976: 198). Nuestra visita al lugar, nos lleva a confirmar que dicho se trataría de un «Adoratorio». Como conclusión vemos que en la región de Conchucos, sólo los asentamientos de puna en la zona de Chacas son fortificados, siendo Chacas una de las zona de transito entre Conchucos y Huaylas. Se desconoce las características de los asentamientos para la zona de Pashash. Un aspecto interesante ha surgido a partir de la Mesa Redonda de Arqueología de la Sierra de Ancash (realizada en Cambrigde en 2003) es el estudio de las estructuras funerarias, y una clasificación consensuada de las mismas. Al margen de la clasificación, lo notable es que desde el Intermedio Temprano al Horizonte Medio, el patrón de soterrados o tumbas semisubterráneas, varia hacia chullpas, desconociendo las características de las tumbas en el Horizonte Temprano, aunque se ha ubicado una tumba que correspondería a este período, (Herrera, comunicación personal 2003) la cual consiste es una cista de planta rectangular a ovoidal (Herrera, Lane y Advincula 2002), y en La Galgada, (Grieder, 1997:112) señala la existencia de tumbas en el montículo norte para el período precerámico. Por otro lado, la cerámica es un indicador para determinar la extensión de Recuay, la cerámica Recuay se caracteriza por poseer pasta caolinita, con decoración en pintura negativa, cuyos diseños (como los señala Wegner pp.127 – 133) son mayormente geométricos (rombos, líneas, ondas) y motivos estilizados (Amat pp. 118). Sin embargo, vemos que la cerámica que procede de la parte más oriental del área de Conchucos, (es decir cerca al río Marañón) es diferente, a pesar de la pasta de caolin (Herrera comunicación personal 2003, Ibarra ms). Alcalde ( en este volumen pp. 400), plantea la hipótesis acerca de la difusión de la cerámica Recuay, proponiendo que ésta se difundió desde Pallasca hacia el Callejón de Huaylas al sur, apoyando la ropuesta anteriormente planteada por Bueno (1989:42). Examinando los fechados existentes para ambos extremos, tenemos en Pashash el fechado Tx-1332, 1610+/- 1700 [243 – 638 d.C. sigma 1] y para Chinchawas el fechado AA32365, 1710+/-50 [256 – 408 d. C. Sigma 1], lo cual nos indica que dichos sitios son contemporáneos; la cerámica Kayán está asociada a la cerámica de estilo Recuay (Lau 2001: 23), mientras que en Pashash corresponde a la sub-fase Quimit de Recuay. Por lo tanto la no es posible que ésta se halla desplazado de norte a sur. Un período muy discutible es el Horizonte Medio y la Expansión Wari, a raíz de la publicación del Coloquio Wari – Tiwanaku (Lima 2002), vemos que el estado de las investigaciones apuntan a reducir cada vez más el área de influencia Wari, y afirmar la existencia de Estados independientes. Un sitio asignado a este período es Honcopampa, ubicado en el Callejón de Huaylas, estudiado por Vescelius y Amat en la década de los 60 (Buse 1965), posteriormente excavado por Isbell (1989, 1991) y Tschauner (en este volumen pp. 193-220). Al respecto, Isbell sostenía que las formas de patios concentrados y estructuras en forma de «D» era suficiente indicador como afiliarlo a Wari, mientras que Tschauner en un análisis de la mampostería, y de las formas arquitectónicas existentes en el sitio, llega a concluir que Honcopampa tiene más diferencias que similitudes con Wari, por ello plantea que este centro sería la sede de un señorío local durante el Horizonte Medio y comienzos del Intermedio Tardío. En las excavaciones de Isbell (1991) se revela la presencia de cerámica Recuay hecha de caolinita, lo cual nos sugeriría la antigüedad del sitio. Por otro lado Tschauner (en este volumen pp. 218) señala que un rasgo significativo de Honcopampa es la presencia de chullpas, las cuales no existen reportes de su presencia en la región de Ayacucho. Lau (2002: 279-304) señala que la presencia de chullpas, durante el Horizonte Medio en el Callejón de Huaylas, es una demostración del poder de los señores locales frente a la influencia Wari, poder que se va traducido en la representación en algo tan importante como el culto a los ancestros -como una manera de inmortalizarlos-. En la cuenca del Puccha, los asentamientos exclusivamente del Horizonte Medio no han sido identificados, igual sucede en la cuenca del Yanamayo (Herrera 2003, 2005); nuestras excavaciones en el sitio de Chuspijirka, revelan estructuras en forma de «D» cuya forma es el resultado de ampliaciones y adhesión de muros, esperamos en los próximos años contar con más información. El estudio de los períodos tardíos, es poco realizado y difundido, a pesar de la gran cantidad de asentamientos, debido a un problema, sucede que la cerámica (elemento que nos permite hacer asociaciones cronológicas) es muy escaso, pues la mayoría son fragmentos «toscos» con escasa decoración, sumado a que las características de los asentamientos son muy similares lo que dificulta hacer asociaciones entre estos con determinados grupos étnicos. El trabajo de León Gómez (2004) es pionero pues aporta importantes datos sobre los grupos étnicos a finales del siglo XVI, en base a documentos históricos; que nos ayudan a tener un punto de apoyo para la diferenciación arqueológica de los distintos grupos étnicos.
El presente texto corresponde a la introducción del libro:
Bebel Ibarra (editor)
2004 Arqueología de la sierra de Ancash: propuestas y perspectivas. Segunda edición.
Instituto Cultural Rvna. P 524. Lima