Monday, November 01, 2010

Ocupaciones Prehispánicas de Huari

Las Ocupaciones Prehispánicas de la Provincia de Huari

Bebel Ibarra Asencios

Instituto de Estudios Huarinos

Introducción

Las investigaciones arqueológicas que hemos realizado en la Provincia de Huari desde el año 1997 se han ejecutado contando siempre con el apoyo de la Municipalidad Provincial de Huari. Durante este periodo se realizaron sendas prospecciones que nos han permitido identificar 248 sitios arqueológicos aunque la lista de sitios sigue en aumento. Se ejecutaron excavaciones en diversos sitios, siendo Marcajirca el más importante y que está siendo excavando desde el 2005. Además se han efectuado trabajos en el camino Inka, en el tramo que corresponde a los distritos de Huachis y Cajay. Otras excavaciones se realizaron en los sitios de Ñawpamarca de Huachis, Ushnu Cruz y Canchas Ukru en el distrito de Huachis, asi como en los sitios de Llamacorral, Awilupaccha, Ñawpamarca de Huamantanga e Ishlaranra en el distrito de Huari, para lo cual contamos con la colaboración de la Misión Arqueológica Italiana Antonio Raimondi.

Así mismo se realizó el levantamiento topográfico de diversos sitios, entre los que se encuentran Cuchi Corral, Huaritambo, Ushnu y Marcajirca en Caja; Chuspijirka, Pinkishjirca, Ushnujirca y Pukaranra en Huari, además de Nawpamarca de Huachis, Ushnu Cruz, Huaganku, Soledad de Tambo y Canchas Ukru en Huachis.

Aunque sin duda existe aún mucho por investigar el presente trabajo presenta el resultado preliminar de todos estos años de investigación que no habrían sido posibles sin el apoyo de la Municipalidad Provincial de Huari, lo cual agradecemos.

El Territorio del Antiguo Huarino

El territorio de la provincia de Huari, está conformado por la Cuenca del río Puccha, y éste a su vez está dividido en tres sub cuencas, la del rio Huaritambo que ocupa la parte norte de la provincia, la cuenca del Mosna que ocupa la parte norte y la del rio Puccha que ocupa el lado este y que finalmente deposita sus aguas en el río Marañón.

La geografía de Huari es muy variada, evidentemente predominan los cerros y montañas, pero al mismo tiempo encontramos diversas zonas ecológicas, las cuales la hacen muy productiva, Desde las cumbres de la ladera este de la Cordillera Blanca, con picos que sobrepasan los 6 mil metros de altitud, hasta cálidas quebradas de menos de 2000 m de altitud, en las que predominan las frutas y productos de zonas templadas.

La mayor parte de la población se concentra en la zona Quechua, entre los 3000 a 3500 m de altitud, área que corresponde también al patrón de ocupación de los asentamientos durante la mayor parte de la historia prehispánica.

La Primeras Ocupaciones Humanas

Los Primeros habitantes de Huari provenían de la zona selva, pues si bien en Huari aún no se han encontrado evidencias antiguas de ocupación como las que existen en el Callejón de Huaylas, específicamente en la cueva de El Guitarrero (8000 a.C.), existe otro tipo de evidencias que demostrarían una ocupación de cazadores y recolectores en esta parte de la sierra de Ancash.

Durante los trabajos de construcción del mercado del pueblo de Chavín de Huántar, a una profundidad aproximada de 3 metros se encontraron restos culturales, los cuales comprendían restos de puntas y raederas, industria lítica que de acuerdo al Dr. Rick, corresponde a 5000 años a.C. aproximadamente. Una industria lítica similar fue encontrada en la Cueva de Kanrash, ubicada al sur de Chavín, la cual correspondería entre los 3000-2000 a.C. (Amat 1976).

Estas tempranas evidencias, nos permiten inferir que el antiguo hombre Huarino, llegó como cazador y posteriormente se convirtió en sedentario, desarrollando la domesticación de plantas y animales, estableciéndose en lugares o sitios permanentes, como no hizo en su época de cazador. Entre los animales domesticados se encuentran los camélidos (Llama, Alpaca y Vicuña) que sirvieron de base para su alimentación.

En las alturas de Uco, Huachachi y Cajay existe una serie de cuevas cuya localización sobre los 4000 m de altitud podría corresponder a ese periodo. La realización de una prospección intensiva permitiría encontrar evidencias de ocupaciones tempranas en zonas altas como ésta.

Chavín y los Inicios de la Civilización en Huari

Después de un largo período de adaptación al medio ambiente, domesticando plantas y animales y estableciéndose en campamentos o pueblos permanentes, los antiguos Huarinos sin duda crecen en número y se dispersan por toda la cuenca del río Puccha, lo que se evidencia en la construcción de grandes montículos a base de plataformas.

Sin duda el sitio más conocido e importante es el Centro Ceremonial de Chavín de Huántar, el cual fue ocupado en el periodo de 1200-200 a.C. y es sin duda el sitio de mayor dimensión registrado hasta el momento en la provincia de Huari.

Chavín de Huántar es un centro ceremonial, conformado por dos templos: el Templo Antiguo, con la Plaza Circular y el Lanzón y el Templo Nuevo con la Plaza Cuadrangular y el Portal de las Falcónidas. Este sitio se ubica cerca de la confluencia entre el río Mariash y el río Mosna, zona que, desde el punto de vista geomorfológico, es muy inestable pues es propicia a recibir aluviones lo que de hecho esto ya ha sucedido muchas veces durante el pasado, siendo el último aluvión registrado el ocurrido en 1940 que sepulto completamente el templo.

El Por qué los antiguos Huarinos decidieron levantar el templo en esa área es un misterio. La zona de Chavín es un punto intermedio entre la selva y el Callejón de Huaylas. Esta ruta de tránsito hacia la selva del rió Monzón aún es usada por los pobladores quienes van a adquirir hojas de coca. Existe información hasta la década de los 50 de que algunos campesinos de Huari tenían terrenos para cultivar coca en la selva e iban cada año a sembrarla y cosecharla.

Las relaciones de Chavín con la zona selva, se ven reflejadas por la variada iconografía existente en la escultura y cerámica que presentan principalmente al águila, la serpiente y el felino (hay consenso que se trata de un jaguar), dichos animales, tienen su hábitat actual en la selva baja del Perú. La ruta hacia la selva se realizó a través del antiguo camino Prehispánico que se localizaba donde se encuentra la actual carreta Pomachaca – Uco – Huacaybamba (Huánuco), que fue construida en la década de los 50. Como prueba de ello existe una serie de petroglifos situados al borde de este camino, en la zona de Yunguilla, donde se aprecia un felino, cuyo diseño tiene mucha similitud con los felinos Chavín. En la zona de Gargawain en el distrito de Rahuapampa, también existen una serie de pinturas que representan al “sol”, con ojos. Comúnmente este tipo de representaciones se refieren a puntos guías en el camino.

En la cuenca del río Huaritambo, en los distritos de Huari y Cajay, hemos podido identificar una serie de sitios que corresponderían a este periodo, uno de ellos es Reparin, ubicado al borde de la laguna del mismo nombre y conformado por una serie de plataformas (3 a 4). Además, el sitio llamado Yamllipitec, ubicado en el centro Poblado de colcas, distrito de Huari, tiene la misma configuración que el sitio de Reparin, es decir, está formado por una serie de plataformas superpuestas y en este sitio se pudo recuperar fragmentos de cerámica incisa, posiblemente de estilo Chavín.

Influencia Chavín más allá de Chavín de Huántar

Tello postuló a Chavín como origen de la Civilización Andina y desde que diera a conocer este lugar, numerosos arqueólogos lo han investigado. Todos se enfocaron en el centro ceremonial de Chavín de Huántar (excepto Burger que realizó trabajos en las zonas periféricas, específicamente en Pogoq y Wamanwain [1982]). Sin embargo la problemática de Chavín siempre se ha discutido en un contexto panregional, siendo necesario examinar lo qué significó lo ritual para el funcionamiento de Chavín de Huántar y los medios económicos para que estos “rituales” se llevaran a cabo.

Un estudio a nivel intraregional, es decir al interior de la cuenca del Puccha no ha sido realizado. Hemos tratado de establecer un patrón de asentamiento para la cuenca del Puccha durante el Horizonte Temprano, el cual revela que la mayoría de los asentamientos se ubicaban en los fondos de los valles, siendo la mayoría de ellos montículos con plataformas. Pero esto no es concluyente, debido principalmente a la carencia de dataciones que nos permitan corroborar la contemporaneidad con Chavín; aunque también es cierto que no existe la cantidad de tiestos generalmente descrita por Tello (1960) y Espejo Núñez (1958), en los sitios que denominan Chavín. La cerámica incisa es casi inexistente; en los 124 sitios registrados en 1997, sólo se encontraron dos fragmentos incisos (Ibarra 2004: Fig. 24a, 27 a y b).

¿Qué podría significar la ausencia de cerámica incisa en las cantidades referidas por Tello y Espejo Núñez en los sitios asignados por nosotros al periodo Horizonte Temprano? Creemos que el Centro Ceremonial de Chavín de Huántar estuvo, en gran medida (no completamente), desconectado de los asentamientos formativos contemporáneos y que las actividades rituales llevadas a cabo en estos asentamientos fueron independientes, no tenían relación con Chavín de Huántar. La ausencia de cerámica, arquitectura y esculturas en áreas relativamente cercanas a Chavín permite inferir esto.

Tello, asignaba una pertenencia Chavín al sitio de Matibamba, por estar conformado de muros megalíticos. Este tipo de muro es abundante en la cuenca del Puccha y generalmente son muros de contención (terrazas). No se ha encontrado ninguna evidencia de cerámica, y es casi improbable encontrar cerámica incisa, generalmente de carácter ceremonial, en terrazas agrícolas.

En 2004 excavamos el sitio de Hatuncorral, cerca del poblado de de Huamparán en el distrito de Huari (Ibarra: ms). Está conformado por varios patios circulares a desnivel, con una estratigrafía muy profunda, comenzando con material Recuay (caolín), seguido de cerámica blanco sobre rojo y posteriormente algunos fragmentos pulidos de color marrón. Lamentablemente la ayuda para las excavaciones fue suspendida, y éstas se detuvieron antes de llegar a terreno estéril, a pesar de haber tenido una estratigrafía de casi 1.80m inusual para la zona (la profundidad en sitios tardíos en cimas de montañas no excede los 50 cm). Creemos que este sitio podría ofrecer estratos hasta una ocupación formativa, la zona de Huamparán tiene una larga ocupación que va desde el periodo Intermedio Temprano hasta el Intermedio Tardío (Ibarra, Chirinos y Borba 2009: 29-44, 45-60), además un ramal del camino Inka que se dirige a San Luis atraviesa el territorio.

En los valles cercanos a la provincia de Huari, principalmente en Chacas y San Luis, los asentamientos del Horizonte Temprano son montículos artificiales (Herrera 2004: 231). La ocupación de los fondos de valles esta mayormente en el valle de Chacas, pero igual se trata de montículos (Orsini 2005). La ausencia de cerámica incisa es la constante en los sitios de estos dos valles. Lo más cercano que hemos podido identificar como estilo Chavín, lo observamos en los Petroglifos de Caullumachay en el distrito de Pontó. Se trata de un felino con boca de probable estilo Chavín.

En conclusión las relaciones del Centro Ceremonial de Chavín de Huántar con asentamientos contemporáneos en la cuenca del Puccha aún no están definidas. Una estrategia de excavaciones en sitios “Horizonte Temprano” en cada uno de los valles que forman la cuenca del Puccha, sería alentadora en resultados. Los sitios idóneos son Reparín y Hatuncorral en el valle de Huaritambo, Onga en el valle del Mosna y Piruro en el valle del Puccha.

La sociedad Recuay en Huari: siglo II-VI

Luego de la desaparición de Chavín como sociedad predominante en la cuenca del Puccha, por razones que se desconocen hasta hoy, surgen nuevos grupos sociales que se asientan en los valles Huarinos, como son los Recuay. Sin embargo, antes de ellos existe evidencia en el templo de Chavín de Huántar, de un grupo que elaboraba cerámica de color rojo con diseños en color blanco. En arqueología es conocida como cerámica blanco sobre rojo y se encuentra inmediatamente después de los estratos con material Chavín. Aun cuando no se conoce mucho de este grupo, su cerámica se encuentra distribuida en una gran área de la sierra de Ancash.

Recuay o Cultura Recuay recibe el nombre gracias a que los primeros hallazgos que se realizaron en la zona del actual distrito de Catac, provincia de Recuay, aunque se encuentra distribuida en casi toda la sierra de Ancash, desde la Cordillera Negra hasta el Marañón, desarrollándose entre el los siglos II-VI d.C.

En Huari los primeros indicios de esta cultura fueron registrados por Julio C. Tello en el Templo de Chavín. Posteriormente Julio Espejo Nuñez en la década de los 50 localizó una serie de soterrados en los distritos de Huántar y Chavin. La función de los soterrados aparentemente fue de servir de tumbas. Estas tumbas también han sido registradas por nosotros en la zona de Huamparán al norte de Huari.

La evidencias más conocidas de los Recuay son sus tumbas. Estas pequeñas cámaras funerarias, aparentemente fueron enterradas por los Recuay, dando la impresión de un pequeño montículo. Están formadas generalmente por dos cámaras, la primera de ellas pequeña, donde se colocaban las ofrendas a los muertos, y la segunda o cámara principal, en la que se depositaba el cuerpo. Esta cámara también poseía una serie de hornacinas o espacios en las paredes donde se colocaban los objetos importantes para la persona sepultada. En algunos casos están tumbas estaban agrupadas como es el caso de Ogupampa y Ushnujirca en Huamparán donde se pueden apreciar en número de diez, cinco con los accesos orientados al este y cinco con los acceso orientados al oeste. Por lo tanto podemos inferir que esta serie de tumbas agrupadas o colectivas, pertenecían a un grupo familiar.

La cerámica Recuay caracterizada por una decoración de fondo blanco, con pintura marrón o naranja, está dispersa en gran parte de la sierra de Ancash. Hemos encontrado esta cerámica en lugares como Paños en la provincia de Antonio Raimondi.

Esta cerámica generalmente representa personajes antropomorfos, que serían los shamanes de esa cultura, así como lo que se conoce como el “dragón”, que de acuerdo a nuestros trabajos sería la muca, un animal oriundo de los andes. En Huari hay leyendas que mencionan que este animal prepara la chicha de jora; además si tomamos en cuenta que la mayor parte de los recipientes son para beber y transportar líquidos, y la chicha es un elemento importante en los rituales andinos, la muca se ajusta más a la descripción.

Los sitios Recuay identificados por el proyecto hacen notar que ellos se establecen en zonas un poco más altas que los Chavín, ocupando las cumbres de los cerros, y modificándolas construyendo muros de contención y plataformas, dándoles la forma de pirámides truncas o escalonadas.

La escultura Recuay, también es muy conocida. Si bien la procedencia de la mayoría de las piezas que se encuentran en el Museo Arqueológico de Ancash en Huaraz es desconocida, su manufactura y estilo son fácilmente reconocibles. Esculturas de un personaje con los brazos abiertos portando báculos, son las piezas más interesantes, ya que a cada lado se observa una llama, demostrando la importancia de los camélidos en la economía y cosmovisión de los Recuay. Asimismo, la representación de camélidos también está presente en la iconografía Recuay.

Huari entre el siglo VI – X d.C. Huellas de un “Imperio Wari Ayacuchano”

A partir del siglo V en la mayor parte del Perú Prehispánico aparece un fenómeno que en arqueología ha merecido diversos nombres: Imperio Wari, Sociedad Huari o Cultura Huari entre otros. Está definido como la expansión de una cultura que tuvo sus orígenes en la zona de Ayacucho al sur del Perú, y que tiene diversos enclaves en Lambayeque, Cajamarca, Callejón de Huaylas, Huamachuco, Lima, etc.

La presencia Wari (para diferenciarla de Huari en Ancash), en la cuenca del Puccha no está definida, no se han encontrado evidencias en cerámica o arquitectura que sugieran una ocupación permanente de este territorio.

El estudio de patrón de asentamientos realizado en 1997, revela que los sitios de este periodo ocuparon previamente los mismos asentamientos que los recuay, por lo cual no hay un cambio en la ocupación del territorio. Las formas de arquitectura características en los sitios Wari, como son los edificios en forma de “D”, presentes por ejemplo en el sitio de Honcopampa, no han sido registradas.

Sin embargo algo que llama la atención es la presencia de la chullpa, como elemento funerario. Las chullpas cumplían una función de tumbas, generalmente para varios individuos. No existen grandes chullpas como en Honcopampa en Cararhuaz o Katyama en Caraz, las chullpas son mayormente pequeñas y la técnica de construcción de los techos difiere ya que en la cuenca del Puccha éstos son cónicos y están formados por piedras pequeñas, mientras que el Callejón de Huaylas son planos, formados por grandes y pesadas lajas de piedra.

Si bien, hay conceso en la duración de Wari en el Perú, siglo XII, consideramos ésta una fecha muy tardía. En base a fechados obtenidos en el sitio de Marcajirca, tenemos una ocupación que se remonta al año 1030 d.C. por lo que consideramos esta fecha como el final del periodo Wari (sin ocupaciones) en la provincia de Huari.

Las Marcas: Pueblos tardíos en Huari entre el siglo X-XV d.C.

Al final del Periodo Wari, en la mayor parte del territorio del Perú, surgen pequeños y medianos grupos étnicos que ocupan los valles interandinos, y costeños. La cuenca del Puccha no es la excepción y es así que en este territorio se establecen o surgen dos grupos étnicos: Los Huaris y Los Pincos.

El primer grupo ocupa el norte de la actual provincia de Huari, mientras que el segundo el sur y sur este, llegando a limitar con los grupos étnicos del alto Marañón.

Durante este periodo de tiempo, la mayoría de los asentamientos o sitios arqueológicos, se trasladan a las partes altas de los cerros, por encima de los 35000 m. de altitud. Parece obvio que se debió a razones defensivas puesto que la mayoría de los asentamientos tiene murallas que rodean los sitios y en algunos casos, como en el sitio de Misiónjirca en Huacachi, existen grandes zanjas o pozos antes de las murallas.

Marca es la denominación para pueblo y posee muchos componentes arquitectónicos, como sectores de vivienda, plazas, calles, espacios públicos cerrados, estructuras ceremoniales, murallas, etc.

Cabe señalar que el clima bélico, no ha podido ser probado aún. En base a las investigaciones realizadas en Marcajirca, el análisis de los restos óseos humanos existentes en el sitio no muestra traumas debido a golpes o contusiones ocasionados por objetos contundentes, tal como indicó el análisis de al menos 260 individuos. Además aunque no se ha encontrado una alta cantidad de cráneos (aproximadamente 50) sólo en 5 de ellos existen traumas, no pudiendo establecerse en qué condiciones se produjeron.

El Culto a los ancestros en Marcajirca siglo X-XVI

Marcajirca es unos de los sitios que más ha sido investigado por el proyecto. Las excavaciones se remontan al 2005 y los trabajos de exploración a 1999. Lo que llama la atención de este enorme sitio arqueológico, que tiene aproximadamente 50 has, es la amplia cantidad de estructuras funerarias distribuidas en dos grandes grupos: las chullpas, y las cuevas funerarias. En total existen 38 chullpas y 31 cuevas funerarias, la mayoría con restos óseos humanos disturbados al interior.

En el 2007 se inicio un estudio bio-antropológico a fin de establecer la reutilización de las estructuras funerarias y determinar si esta diferenciación obedecía a cuestiones de clase social o temporal. El análisis óseo nos ha permitido hasta ahora identificar 260 individuos, tanto en chullpas como en cuevas, además de entierros intrusivos.

Basándonos en los fechados obtenidos, las chullpas y las cuevas habrían sido utilizadas contemporáneamente, pero existe un problema a resolver, ya que el material usado para el fechado corresponde a dientes humanos lo que nos proporciona la antigüedad de las personas pero no de las estructuras. El hallazgo en una de las cuevas de huesos amarrados en con una especia de cuerda hecha con plantas, sugiere que fueron traídos de algún sitio, en este caso una chullpa. Sin embargo, el análisis óseo en las chullpas no revela la presencia de gran numero de huesos pequeños, como son los huesos de las manos y pies, que se supone deberían quedar luego de trasladar solamente los huesos largos.

Todas estas interrogantes están aún pendientes, aunque hemos podido identificar algunas actividades relacionadas a los rituales funerarios, como es la quema de ofrendas. Esta actividad se realizaba en la parte frontal de las chullpa, frente a los accesos. De acuerdo a los datos históricos, las chullpas eran tumbas abiertas que eran frecuentadas por los vivos, quienes les llevaban ofrendas y en algunos casos sacaban las momias de las chullpas y las paseaban por el pueblo y los terrenos de cultivo como símbolo de fertilidad.

Los entierros intrusivos hallados en Marcajirca han sido datados en el año 1640, es decir en los primeros años de la colonia. Uno de estos entierros corresponde a por lo menos 34 individuos, entre varones, mujeres, niños y no nacidos, quienes no fueron enterrados en chullpas o cuevas, sino en el suelo de una estructura de forma semicircular, la mayoría de ellos aún articulados, es posición cubito lateral. La Estructura 10 se ubica 4 metros al este de una cueva funeraria y frente a una chullpa (3m al oeste). Esta localización llamó nuestra atención ya que teniendo una cueva y una chullpa tan cercanas, estas no habían sido utilizadas. Tomando en cuenta el fechado obtenido, podemos sugerir, que este entierro fue realizado de forma oculta puesto que en 1580 se instauró la extirpación de idolatrías, quedando prohibida la sepultura de muertos en los lugares arqueológicos o sus antiguos pueblos. Al mismo tiempo muchas de las poblaciones indígenas de la época fueron reducidas es decir obligadas a dejar sus pueblos y a vivir en pueblos nuevos fundados por los españoles, siendo éste el caso de la ciudad de Huari.

Así, al parecer, Marcajirca fue frecuentado años después de ser abandonado y su carácter de sagrado no decayó. Cabe mencionar que este sitio arqueológico es el que posee la mayor cantidad de estructuras funerarias de la cuenca del Puccha.

Los edificios de Rapayán y los pueblos del Alto Marañón Siglos X-XVI

Los pueblos ubicados en la margen derecha del río Marañón, que corresponden a los distritos de Rapayan, Huachis y Paucas, durante el siglo X-XVI tuvieron un desarrollo cultural diferente a los de la cuenca del Puccha. Esta parte de Huari estuvo poblada por los Yaros, quienes tenían su territorio en la provincia de Chinchaycocha (hoy Junín) y que tenían por vecinos a los Chupachos, a los Yachas a los Yanamates y a los Huamalli. Fue un pueblo de tradición pastoril venido del altiplano, tenían pocas Huacas y adoraban a sus “Malquis”, sus antepasados que se hallaban sepultados en mausoleos.

La mayoría de los sitios arqueológicos Yaros ocupan la crestas de los cerros y están comprendidos entre los 3,050 y 3,860 m.s.n.m. No se hallan sitios en la parte alta de los cerros que sobrepasan los 4,000 m.s.n.m. ni tampoco se han localizado corrales a diferencia de otros sitios del alto Marañón.

Los asentamientos más extensos a los que denominamos pueblos fortificados, presentan murallas que rodean los sitios como en Gantu, Rurijahuan, Rapayán y Quellkall, donde la planta de la mayoría de las estructuras es cuadrangular aunque eventualmente se observan algunas circulares.

Los sitios de menor dimensión se hallan sobre repisas o terrazas formadas por muros de contención donde los afloramientos de roca son muy notorios, especialmente en los sitios donde hay “edificios”, ya que por su altura necesitan una base sólida.

Existen sitios que por su ubicación en pequeñas cumbres rocosas muy escarpadas sugieren una función militar, ya que éstas se hallan completamente cercadas por muros perimétricos y su acceso se da por un solo lado además de tener un acabado rústico como es el caso de Llinquey y Matacastillo.

Los “edificios” son muy variados morfológicamente pero su técnica de construcción es la misma. La funcionalidad de estos ha sido muy discutida pero podemos deducir que los que se hallan alejados de las áreas de concentración y presentan en la mayoría de las hornacinas restos óseos sirvieron como mausoleos. Creemos que no han sido almacenes por lo reducido del espacio ya que en cada hornacina entraría con dificultad un saco de papa o maíz. Además se hallan alejados, fuera de las murallas y no presentan peldaños para subir. Todos los accesos están orientados hacia el este, por donde sale el Sol y algunos de ellos se hallan en sitios de difícil acceso como Alcayán.

La viviendas típicas de los sitios están conformadas por estructuras de planta rectangular, con accesos trapezoidales, hornacinas tipo “ánfora” a ambos lados del acceso que dan al interior, otro acceso trapezoidal que se dirige a un recinto de dos niveles no muy altos (separados entre sí por 1 m.). En algunas de las hornacinas se han hallado restos óseos, pero sólo un hueso o tres como máximo pues según los pobladores algunas personas los colocaron allí intencionalmente ya que no existe ninguna evidencia de restos de fardos (fragmentos de tela), que es como se enterraba a los muertos.

Las estructuras funerarias, son diversas y es difícil establecer sin son contemporáneas o intrusivas. Hemos podido distinguir las siguientes a) Corresponde a los “edificios” con hornacinas ya descritos, b) Un tipo de tumba con cornisas existentes sólo en el Complejo Rapayán, donde una de ellas presenta decoraciones pétreas en zig-zag, c) pequeñas tumbas ovaladas construidas en la ladera de los cerros a manera de cuevas, d) Chullpas selladas de planta cuadrangular con techos de lajas planas, ubicadas dentro de los asentamientos y e) Chullpas de planta circular de 1 m. de altura, con accesos al ras del suelo, ubicadas en quebradas poco accesibles.

La existencia de un control de los caminos, tal vez como medida de protección se evidencia por las estructuras a manera de “columnas” que se hallan a ambos lado del camino y que están ubicadas a distancias regulares (casa cresta des pues de una quebrada), estos puestos de control comienzan en el primero de los sitios, que se halla en la parte norte del área estudiada (Quellkall), y de ahí continúan hacia el sur hasta llegar al Complejo Rapayán ubicado a 5 horas del primer control.

APU LLAMOQ Y SU PRESENCIA EN LA REGIÓN DE CONCHUCOS

Llamoq es un cerro ubicado frente a la ciudad de Huari en el distrito de Cajay. Es el apu de la provincia, la jirca de los huarinos; también se le puede denominar la huanca, el awilu, pero este juego semántico, no cambia el significado que tiene para los huarinos, la “jirca del pueblo”, el protector.

Los apus constituyen los ancestros, que tienen cierto carácter divino y que se representan de muchas maneras, como por ejemplo: cerros y lagunas. Un ancestro que en la antigüedad tuvo la misión de fundar el pueblo de Huari (no se hace referencia al actual Huari), proteger al pueblo, proteger las cosechas y que ahora se muestra en el paisaje en forma de un cerro, algo muy común en los andes peruanos.

Revisando documentos escritos correspondientes a los tiempos de la Colonia, se halló la siguiente referencia: Rodríguez Príncipe, quien vivió entre 1578 y 1638, menciona la existencia de una huaca, también llamada Llamoq, en el pueblo de Marca en el Callejón de Huaylas. Al respecto señala:

“... a un cuarto de legua desta población muy antigua donde en un adoratorio rodeado de cantería y en medio hecho un caracol estaba su respetada y principal Huanca llamada Llamoq que era una piedra al modo de una calavera tan pesada como fiera que mirarla ponia horror estaba rodeada de muchos sacrificios adorábanla con airjuas y trompetas estos llactas y era huaca e la madre del cacique y los deste ayllo dijeron proceder de esta huaca….”.

En la Relación de los Primeros Religiosos Agustinos que data de 1560, se menciona que en Huamachuco se veneraban a piedras redondas o munigundo, a las peñas muy grandes a las que se les denominaba Yamaguaca y Yamoguanca.

En el área de Huachis, en la zona denominada Jatoviejo, los pobladores tienen miedo de subir a un cerro al cual llaman falso Llamoq, (también lo conocen como Winaj); porque: “cuando uno sube a él, se aparece en el Llamoq de Cajay”.

Los ancestros también pueden haber sido conquistadores, que llegaron de otros lados y se establecieron en un lugar. Es por eso que la representación de una huanca conquistadora, que irrumpió en la zona de Conchucos proveniente del Callejón de Huaylas o viceversa podría explicar del por qué existen varios Llamoq en la sierra de Ancash.

Otro dato sobre las huancas – cerros, es el que señala Cristóbal del Albornoz en 1584, quien se refiere: “Existe Anco-vilca, la huaca principal de los indios de Huanuco y Pincos, la cual es una piedra que está en un cerro pequeño junto al pueblo de Pincos”. Este pueblo de Pincos se halla cerca de Huachis. En la actualidad Ango, es el nombre del único nevado fuera de la Cordillera Blanca, al cual los huachisinos llaman “Apu Ango”.

Quienes han subido alguna vez a Llamoq, pueden haber notado que el cerro constituye un sitio arqueológico, rodeado por una serie de muros, que ascienden de manera concéntrica, para luego terminar en una plataforma circular, sobre la que actualmente se halla una cruz. Debe aclararse que Llamoq tiene dos cimas, dos cruces, una de ellas es la que se ve desde Huari, y en donde a mediados del 2008 los pobladores colocaron una nueva cruz y detrás de ésta se halla la otra cima, que no es visible desde Huari siendo ésta a la que se refiere el presente texto.

Casos similares se repiten en muchos de los sitios arqueológicos que ahora presentan cruces, como por ejemplo:

- La cruz de Chullin, se halla sobre un sitio arqueológico (Ampas).

- La cruz de Gantujirca (se halla sobre un inmenso sitio arqueológico con muros que superan los 8 metros de altura) se localiza en Yacya.

- La Cruz de Winaj en Huachis. Este sitio presenta las mismas características que Llamoq: presenta una serie de muros que rodean al cerro, culminando en una plataforma, sobre la cual se encuentra la cruz.

En resumen podemos decir que existen cruces y huancas a lo largo del territorio de Huari.

La presencia de numerosas cruces obedece al hecho que durante el periodo de la conquista los antiguos peruanos, tuvieron que cambiar sus creencias, obligados por el poder católico de aquel entonces. Pero sucedió que muchos de los pueblos que tenían sus ancestros en los cerros, en los lugares arqueológicos, decidieron colocar las cruces cristianas en estos lugares para no separarse de sus ancestros, lo que generó que los extirpadores de idolatrías, aquellos mandados por la Santa Inquisición, vieran que dichas cruces cristianas eran objeto de culto; surgiendo así una simbiosis entre lo antiguo y lo moderno (europeo), que perdura hasta la actualidad, lo que se refleja en el hecho de que muchas festividades católicas, fueron “enmarcadas” por la Iglesia dentro del calendario antiguo para su continuidad en el tiempo.

La Conquista Inka de la tierras Huarinas

Hacia la época de la conquista inca la actual provincia de Huari se hallaba dividida en varios señoríos independientes a saber: la provincia de Pinco y la de Huari. La evidencia de la ocupación Inca, esta dada por el mismo camino que según las crónicas fue construido por orden de Huayna Capac en su viaje a Quito. Este camino viene de Huanuco Pampa (principal sitio importante cerca de Huari) sigue hacia Yauya, Conchucos y Huamachuco.

Los vestigios arqueológicos Incas fueron fechados (relativamente) por su ubicación dentro del Qapaqñan, la mayoría de ellos se halla a un lado del Camino y lo constituyen principalmente Tambos. La conquista de la región andina de Ancash fue obra del generalísimo Inca Cápac Yupanqui hermano de Pachaccutec que gobernaba el Imperio y del príncipe heredero Tupac Yupanqui que acompañaba a su tío a quien le tocó realizar después la conquista de la costa del Señorío de Gran Chimú. También se señala que de Chucurpa ambos habrían mandado los apercimientos acostumbrados a las provincias vecinas, sometiéndose la de Pinco, más no así los señoríos de Huaraz, Yauya, Piscobamba y Conchucos los que deponiendo sus rivalidades se unieron para defender su independencia contra el enemigo común, siendo la guerra larga y sangrienta, pues sólo sitiados por el hambre, los coaliados se rindieron, sólo los Yauyas se sometieron y se hubo sometido de buena voluntad el curaca de Huamachuco. (Amat 1971: 35).

Estas tierras fueron testigos de la lucha practicada entre los ejércitos de Huascar y Atahualpa, donde hubo un combate cerca al puente de Pomachaca. Dice al respecto Cieza de León que le refirieron que tras la refriega las tropas de Huascar abandonaron el campo quemado y el puente en su retirada, por lo que Calcuchimac; general de Atahualpa se arrojó y cruzó a nado el río seguido de varios de los suyos dando muerte a los soldados fugitivos de Huascar.

Publicado en el Anuario Cultural de Ancash 2010. Editado por la Asociación Ancash. Huaraz.

Historia Prehispánica de Huari

HISTORIA PREHISPÁNICA DE HUARI: DESDE CHAVÍN HASTA LOS INCAS

Bebel Ibarra Asencios

INTRODUCCIÓN

El Proyecto Arqueológico Huari - Ancash ha podido reconstruir una parte de la historia de la provincia de Huari, los resultados de la investigación son presentados en el presente texto.

La secuencia del desarrollo prehispánico de Huari se muestra a través de la evolución o cambios de los patrones de asentamiento, es decir, de las transformaciones que hubo en el territorio durante el transcurso del tiempo y cómo la ubicación de los sitios tuvo implicancias en la organización política de los antiguos Huarinos. Estos cambios son presentados de manera cronológica, desde el periodo Horizonte Temprano hasta el Horizonte Tardío.

EVOLUCIÓN DE LOS ASENTAMIENTOS ARQUEOLÓGICOS EN LA PROVINCIA DE HUARI

El estudio toma una muestra de 225 sitios arqueológicos, distribuidos en las microcuencas del Mosna, Huaritambo y Puccha, los mismos que son mencionados de acuerdo su ubicación temporal.

Si bien, el inventario de sitios arqueológicos en la provincia de Huari alcanza los 248, no todos ellos son presentados en el presente análisis, puesto que 23 de ellos corresponden a la margen izquierda del río Marañón, que tuvo un desarrollo histórico-cultural diferente a los sitios de las microcuencas mencionadas.

El Horizonte Temprano o Época Chavín (900 - 300 a. C.)

Corresponde al momento en que la cultura Chavín se desarrolló en el Perú, especialmente en la zona de Conchucos. La distribución de los asentamientos en este período muestra una ocupación en el fondo de los valles (Pirurojirca en Pontó, Yamllipitec en Huamantanga, Chuncanacush I y II en Huamparán) y las laderas, tanto en explanadas (Huarijircán, Onga, Pirurolloc y Caonín en Huántar, Mashuanco en Pariaucru y Reparín en Cajay) y crestas (Ranramarca en Pontó, Pirushto en Cajay, Matibamba en Masín), como en la cima de los cerros (Llapajmarca en Huacachi y Pan de Azúcar en Huachis).

La mayoría de los sitios presenta montículos, construidos a base de plataformas superpuestas con grandes muros de contención, cuya parte alta es de planta circular (Fig. 1).

Otro tipo de montículo es aquél constituido, no por plataformas, sino por un gran muro de contención de 3 a 4 m de alto, que forma una gran estructura de planta circular u ovalada. Las piedras y dimensiones de estos muros son más pequeñas que la de los montículos basados en plataformas y generalmente se hallan asociados a otro tipo de estructuras, como restos de muros y algunos patios. Sólo se ha registrado dos sitios que muestran este tipo: Pirurojrca en Pontó y Pirushtu en Cajay.

Dos marcas o pueblos fueron identificados, aunque en la actualidad la superficie muestra estructuras muy destruidas; Tello (1960) las menciona como sitios Chavín. Se ha identificado una marca defensiva y por las características de su arquitectura correspondería al período Intermedio Tardío; sin embrago, los materiales recuperados muestran una relación con la cerámica más antigua identificada en la zona. Este sitio se encuentra localizado en la cumbre de montaña, sobre el poblado de Ocococha (Huacachi).

Además, se ha identificado tres estructuras ceremoniales: uno en Huántar (Pirurolloc) y otras dos en el distrito de Huamparán (Chuncayajirca I y II). La primera se localiza en la ladera y las otras en el fondo de valle. Están conformadas por una gran estructura circular (muy perfecta) de aproximadamente 1,5 m de alto, cuya técnica constructiva es muy similar a los montículos sin plataformas. Resulta ser un sitio atípico en el valle del Puccha.

Igualmente se registró un cementerio, en cuya superficie se registró cerámica con caolín y se identificó cerámica de estilo Chavín.

Así mismo, un abrigo rocoso con materiales Chavín fue identificado: Ushcomachay en Uco. Este sitio también fue registrado por Tello (1960).

Al parecer, la ocupación en el fondo de los valles permitió estar cerca a los terrenos más fértiles. La existencia de un gran montículo (Yamllipitec en Huamantanga), único en el fondo de valle, parece haber sido de suma importancia, debido a que en el se halla cerámica de todos los períodos (desde Horizonte Temprano hasta el Horizonte Tardío) a partir del 900 a. C. hasta 1500 d. C.); lo que estaría indicando que otros centros, aunque de menor importancia pero contemporáneos a Chavín de Huántar, habrían estado funcionando como parte de un sistema religioso local.

La existencia de otros tres montículos, como Huarijircan en Huántar (río Mosna), Yamllipitec en Huamantanga (río Huaritambo) y Pirurojirca en Pontó (río Puccha), distribuidos en tres cuencas sugiere que por lo menos existió un centro principal en cada uno de ellas. Los materiales arqueológicos recuperados en Pirurojirca en Pontó, revelan la existencia mínima de un estilo de cerámica correspondiente al Horizonte Temprano.

La existencia de un asentamiento en la orilla de la laguna de Reparín, estaría marcando el inicio del culto a los apus. Las lagunas aún se mantienen dentro de la cosmovisión andina, tal es así que en la actualidad se realiza una serie de rituales o pagos, donde se invoca a los apus para que sean benignos. La existencia de huancas en Onga y Reparín, también señalaría la importancia religiosa de los montículos.

Los petroglifos de Caullumachay en Yunguilla (ubicado en el fondo del valle) cuentan con representaciones de monos y figuras que guardaría relación con la iconografía Chavín, lo que estaría mostrando que el valle del Puccha fue una ruta de tránsito entre la sierra y la selva.

En resumen, de acuerdo a los datos obtenidos, el uso de los fondos de valles y laderas se manifiesta en igual proporción. Existen asentamientos de similar morfología en ambas zonas. Algunos de ellos, de gran tamaño, habrían sido asentamientos principales que cohesionaban a los asentamientos de ladera. Esto se ve reflejado (además del tamaño), por la continua reocupación que tuvieron hasta el Horizonte Tardío.

La presencia de asentamientos en cumbres (dos identificados por encima de los 3600 msnm) contribuiría en apoyar el planteamiento de Burger (1982) sobre la existencia de asentamientos satélites alrededor de uno principal.

El Intermedio Temprano o Cultura Recuay en Ancash (200 - 600 d. C.)

Durante este período se desarrolló la cultura Recuay. La caracterización de su cerámica sirvió para realizar la datación relativa de los sitios. La distribución de los asentamientos muestra un uso preferencial de las laderas de los cerros, donde las explanadas y las crestas de estos fueron ocupadas con mayor densidad. Todos los montículos en los fondos de los valles son reocupados. Esto indicaría que la importancia religiosa de éstos no disminuyó después de la desintegración de Chavín y que tal vez se mantuvo durante los primeros tiempos del Intermedio Temprano.

En las crestas de los cerros, los sitios presentan predominantemente montículos (con o sin plataformas), pero la técnica de construcción varía respecto a la del período anterior. Es introducido el uso de la «pachilla» como elemento constructivo; los montículos terminan en plataformas circulares, con o sin muro de retención. Son frecuentes las estructuras cuadrangulares sobre las plataformas bajas, las mismas que se extienden desde la cresta hasta las partes bajas de los cerros..

Llama la atención una serie de estructuras circulares que se asemejan a los corrales descritos por Tello (1929), los cuales están dispuestos a plenitud en la cresta, extendiéndose hasta el fondo de los valles. En la zona de Romerojirca en Huamparán, se contabilizan 12 de estas estructuras circulares (Fig. 2). Su técnica de construcción resulta de la combinación de grandes piedras, a manera de «columnas», con piedras medianas cubriendo los espacios entre cada una. Las estructuras tienen en promedio un diámetro de 15 m y una altura de 1,80 m. La parte central e interna es a desnivel y, en algunos casos, se halla evidencias de un piso.

Los afloramientos rocosos sobre los que se ubica el sitio de Pinkush de Huamparán fueron usados como canteras para la construcción de las estructuras. Los sitios que ocupan la explanada de las laderas son mucho más grandes (Caonín en Huántar) y los montículos y las marcas se encuentran asociados a cementerios; surgen asentamientos monumentales como Gantujirca de Yacya, con muros que superan los 9 m de altura. El patrón de tumbas observado en la zona de Huamparán (Ushnujirca y Ogupampa), muestra un diseño funcional y preconcebido. Estos conjuntos de tumbas constan de diez galerías independientes, donde las deposiciones debieron ser hechas progresivamente y no en un solo momento. El diseño original fue para diez individuos, talvez todos pertenecientes a la misma familia o ayllu.

En una de las tumbas de Huamparán (Ushnujirca) se encontró un ceramio de caolín con pintura negativa, con la representación de la muca, figura estilizada y ampliamente difundida en la iconografía Recuay. Durante este período sólo se aprecia el incremento de un asentamiento (25) respecto al período anterior (24). Aquello estaría indicando que la densidad poblacional se mantenía relativamente constante. En consecuencia, la desintegración de Chavín parece reflejar que no afectó significativamente estos pueblos y que éstos habrían tenido marcada independencia frente a Chavín. Podríamos suponer, en relación a la elevada importancia de Chavín, que la atención a sus centros cercanos fue mínima (ubicados en el mismo valle), en razón a que las esculturas de tipo Chavín y Recuay son inexistentes (sólo algunos monolitos han sido identificados en Huántar).

En contraste con el Callejón de Huaylas, donde los asentamientos marcan un profundo cambio del Horizonte Temprano al Intermedio Temprano (Recuay) (Gero 1991), el proceso se percibe de manera diferente: no se presentan asentamientos de carácter defensivo; las tradiciones locales anteriores (por ejemplo la reocupación de los montículos) estarían dando señales de la independencia de los asentamientos del Horizonte Temprano frente a Chavín de Huántar. Las construcciones Recuay en la plaza circular, serían una «subversión» a lo que significaría Chavín (poder y represión), mas no a los asentamientos «cercanos» del mismo período; es por ello que muchos montículos, al parecer de carácter ceremonial, son reocupados respetando su funcionalidad, es decir, como lugares sagrados.

La aparición de un sitio monumental como Gantujirca en Yacya, es posible que se haya dado a finales del Intermedio Temprano, por la presencia de cerámica foránea correspondiente al Horizonte Medio. En cuanto a la tipología de sitios y número de asentamientos, éstos varían poco.

Horizonte Medio (600 - 1200 d. C.)

En el valle del Puccha hasta ahora no han sido identificados sitios que presenten únicamente ocupación de este período. Todos presentan reocupaciones de períodos anteriores. Así, se tienen sitios del Horizonte Temprano como los montículos Cashapallan en Colcas y Yamllipitec en Huamantanga, en el fondo de los valles; Pan de Azúcar en Huachis, en las cumbres de montañas; y Huarijircan en Huántar, en las laderas; estos continúan siendo usados, probablemente debido a su importancia por su carácter religioso.

El sitio monumental de Gantujirca de Yacya presenta materiales que tiene relación con la cultura Cajamarca, pero las transformaciones del asentamiento aún no se han podido reconocer debido al escaso material reportado en la superficie y por estar cubierto en gran parte por vegetación.

En las laderas, los asentamientos del Intermedio Temprano como Chullín II en Ampas y Caonín en Huántar, continúan siendo ocupados. Estos se caracterizan por poseer estructuras ceremoniales (plataformas circulares). Los sitios de Trancajirca y Gantu en Masín poseen características particulares. Se observa estructuras cuadrangulares, grandes espacios abiertos y patios de esquinas curvas; en general, una disposición ordenada de las estructuras. Las características de los componentes recuerdan las descripciones de los centros administrativos Wari en el Callejón de Huaylas (Isbell 1989; Buse 1965).

La agricultura y crianza de animales debieron intensificarse, lo cual permitió ampliar las relaciones de comercio e intercambio con los grandes centros administrativos contemporáneos que existieron en el Callejón de Huaylas. La identificación de estos sitios se hizo en base a la cerámica, la cual presenta similitudes con los materiales de otros sitios de la sierra norcentral del Perú (Chinchawas y Huamachuco).

La densidad de sitios se reduce considerablemente respecto al período anterior. El tamaño de la muestra alfarera también es reducido y la local, fina o utilitaria, es aún desconocida. Si tomamos en cuenta que el tránsito del Horizonte Temprano al Intermedio Temprano (Chavín a Recuay) no fue muy brusco, a excepción de lo observado en el Templo de Chavín de Huántar con las construcciones en la Plaza Circular, suponemos que la transición del Intermedio Temprano a Horizonte Medio fue también muy calmada. No se observa, como en el Callejón de Huaylas, grandes asentamientos, como Honcopampa o Willcawain. En comparación con la situación de la cuenca sur de Yanamayo (Herrera 2001), los asentamientos de altura en el valle del Puccha son reocupados, pero no aumentan en número como sucede en el Yanamayo. Un profundo cambio se daría en la transición de este período al siguiente.

Intermedio Tardío (1200 - 1474 d. C.)

Período que comprende desde el fin del Horizonte Medio hasta el momento de la conquista del territorio de los Huari por Tupac Yupanqui en 1474. Los sitios se caracterizan principalmente por ocupar las cimas de las montañas, sobre los 3800 msnm. La mayoría de ellos son de grandes extensiones, algunas llegan a medir varios kilómetros (por ejemplo Misiónjirca en Huacachi).

Las marcas defensivas, que corresponden a la mayoría de los sitios presentan una gran cantidad de estructuras que en su mayoría son circulares, construidas sobre terrazas y dispuestas en forma ordenada como en Pinkush de Huamantanga, Misiónjirca en Huacachi y Pinkuyolloc en Huántar o sin presentar ordenamiento alguno como en Marcajirca.

El terreno que ocupan es generalmente rocoso, con pendientes muy pronunciadas; en algunos casos presentan una serie de murallas que bordea la totalidad del sitio, o sólo parte de él, por lo general hacia el sector de menor pendiente. Estas murallas pueden alcanzar una altura de 4 m. También presentan zanjas junto a las murallas, de 2,5 m de ancho y 2 m de profundidad en promedio (Fig. 3).

El interior de las marcas defensivas es recorrido por una serie de callejuelas estrechas, siendo una la vía principal. Estas callejuelas están delimitadas por los muros de las viviendas, lo que evidencia un diseño preconcebido de la distribución de los sitios (al menos en lo que corresponde al tránsito). La mayoría de las estructuras están construidas con piedras medianas canteadas, extraídas de los cerros cercanos o de los afloramientos rocosos sobre la que se erigen los sitios. Esto se puede apreciar en Marcajirca, como en otros sitios.

Gran cantidad de los asentamientos poseen un sector residencial y otro ceremonial. En el primero se pueden observar viviendas, pero también restos de enterramientos, sean en chullpas o bajo las rocas. El sector ceremonial está compuesto por plataformas circulares dispuestas a distancias regulares, situadas mayormente en las partes más elevadas del asentamiento como es el caso de Marcajirca, Pinkuyolloc en Huantar, Pinkush, de Huamantanga, Misiónjirca en Huacachi, Ñawpamarca en Huachis y Yanagaga en Yacya, entre otros.

Las marcas defensivas están dispuestas en todos los puntos principales, es decir al inicio de cada quebrada o «tinki» (encuentro de los ríos) desde donde se domina los valles y cuyas edificaciones se avistan unas a otras, lo que sugiere que existió algún tipo de comunicación.

De otro lado, tenemos los corrales, dispuestos en todas las partes altas. Pueden estar asociadas a cerros o en las explanadas de las cumbres de montañas. Estos corrales están construidos con piedras medianas y grandes; estas últimas se hallan enterradas en el piso a manera de «columnas», mientras que las piedras medianas se acomodan entre el espacio dejado por las piedras grandes. Los corrales de Wiñaj en Huachis están asociados a un cerro que presenta una estructura circular en su cumbre. Sólo uno de ellos tiene una extensión aproximada de 300 m por lado, hecho que nos hace suponer que en estos sitios se realizaron las actividades de chaco. Los corrales pequeños cercanos al anteriormente descrito, podrían haber servido para separar a las hembras preñadas, como a los animales pequeños y grandes. Estructuras ceremoniales se han localizado aisladamente en las partes altas, como es el caso de Jato Viejo en Huachis y Charac en Cajay. Ambas ocupan la cima de una formación rocosa muy alta, de unos 60 m de elevación, a manera de torre. Estas estructuras son circulares y se disponen bajo la forma de muros de contención, no existiendo muro perimétrico adicional que los delimite.

Las estructuras funerarias en los principales sitios identificados corresponden a chullpas (Marcajirca en Chinchas, Tupucjirca, Llapajmarca y Misión Jirca), siendo el sitio de Marcajirca el que ofrece el mayor numero de ellas

En sitios tan grandes como Pinkush de Huamantanga no se ha identificado este tipo de estructuras funerarias ni de ningún otro tipo, lo que llama la atención sobre las costumbres mortuorias de sus habitantes. Las estructuras residenciales son en su mayoría de forma circular, con diámetros que oscilan entre 4 a 5 m. Los techos debieron haber sido cónicos y recubiertos con paja. Los espacios abiertos ocupan las partes centrales, pero en algunos casos, como en el de Marcajirca, una chullpa se erige a un lado a manera de estructura principal. Las murallas en los sitios generalmente cubren toda la extensión del asentamiento, incluyendo los sectores residenciales y ceremoniales; lo que no sucede con las fuentes de agua que generalmente se hallan fueras de las murallas; contexto que hace suponer que allí primó el factor seguridad antes que la comodidad y debió haber existido fuerte pugna entre los grupos étnicos locales. Algunos sitios se hallan asociados a una gran cantidad de estructuras agrícolas (andenes). Este es el caso de Marcajirca, asociada a andenes que se encuentras por sobre los 3800 msnm, distribuidos a una altitud mayor que la del referido sitio.

Enrelación con el período anterior el cambio es muy notable. El número de asentamientos aumenta a 44; 24 de ellos situadas en las cumbres de las montañas; 13 marcas defensivas son construidas para este período, lo que significa que ocurrió un incremento poblacional. Muchas de estas marcas son de gran tamaño: Misiónjirca tiene una longitud aproximada de 3 km y los sitios de Pinkush y Yanagaga poseen varias decenas de hectáreas de extensión. Corrales asociados a lagunas nos hace pensar que el culto a las lagunas (entendidas como huancas) está más difundido. Los montículos en los fondos de valle continúan siendo reocupados, aunque al parecer sólo como lugares sagrados o morada de sus ancestros, ya que estructuras tardías no son reconocibles en ellos. De seis corrales registrados, sólo tres muestran asociación con los sitios de este período, los cuales fueron fechados. El aislamiento de los otros tres corrales dificulta la precisión de su cronología, pero al parecer corresponderían también al Intermedio Tardío.

Horizonte Tardío o Inca

En este período existe un uso indistinto del terreno. La mayor parte de los sitios se hallan próximos al Qhápac Ñan o Camino Real, el cual atraviesa zonas a más de 4000 msnm como en Ayash, representado por el sitio de San Cristóbal de Tambo; pero también pasa por altitudes de 2350 msnm como en Pomachaca, donde se avistan sitios de control y un puente. La mayoría de las estructuras reconocidas se hallan próximas al camino y pertenecerían al aparato estatal del Estado Inca, es decir ante sitios administrativos y de control de pueblos dominados. Ñawpamarca en Huachis, sitio de reocupación Inca, ha podido ser identificado por la influencia en los patrones de arquitectura, como lo muestra la existencia de kallancas, estructuras rectangulares que dan a un espacio común o cancha. Estructuras agrícolas se hallan asociadas a tambos, como existe en Ushnutambo donde se halla una gran cantidad de andenes que cubren un área de varios kilómetros, ascendiendo casi desde la orilla del río (2300 msnm) hasta los 3300 msnm. En el sitio de Huaritambo, el área de los andenes es mucho menor, pero en la actualidad se encuentran reutilizados. Huaritambo debió ser un sitio muy importante. En la actualidad se pueden encontrar 23 colcas en buen estado de conservación, además de plazas y canchas y una «escultura» de piedra denominada sillón del Inca. El sitio de Yamllipitec en Huamantanga también muestra evidencias de una reocupación Inca y su larga ocupación podría decirnos mucho sobre su importancia ceremonial o religiosa.

FALTA CONCLUCIONES O ALGO SIMILAR

Figura 1. Montículo arqueológico en la laguna de Reparin.

Figura 2. Corrales de Huamparán.



Figura 3. Muralla y zanja en el sitio de Misión Jirca en Huacachi.

Cultura Recuay en Huari

LA CULTURA RECUAY EN HUARI:

LAS TUMBAS DE USHNUJIRCA EN PACHACHACA (200 – 600 d. C.)

Bebel Ibarra Asencios

Ricardo Chirinos Portocarrero

Lucia Borba Harumi

INTRODUCCIÓN

Posteriormente a la desaparición de Chavín de Huántar, surge otra expresión cultural en la sierra de Ancash, así como en la costa, es el caso de la Cultura Recuay, la cual está caracterizada por una gran cantidad de cerámica blanca de caolín con decoración negativa; así como una gran variedad de monolitos con representaciones diversas.

La cerámica y la escultura son bien conocidas, más no así su arquitectura, pues sólo se tiene evidencias de soterrados o tumbas subterráneas, las cuales se pueden observar en los sitios de Mashuanco en Pariucro, Chullín en Ampas, Katayoc en Huántar, Cashapallan en Colcas, en Oguapampa y Gelleygaga en Huamparán y en Ushnujirca en Pachachaca. Pero aún no se ha podido hallar una arquitectura de tipo ceremonial o doméstica.

Podría interpretarse a los Recuay como un pueblo guerrero por las representaciones en su litoescultura y que tuvo una clase sacerdotal bien diferenciada como lo demuestran sus ceramios; así mismo construyeron fortificaciones como se puede ver en las representaciones de su cerámica, pero en la zona de Huari no existe huella de fortificaciones correspondiente a ese período.

Los trabajos en Ushnujirca fueron auspiciados por la Municipalidad Provincial de Huari y fueron realizados entre enero y febrero del 2008, como parte del Programa de Conservación del Patrimonio Arqueológico de Huari.

TERRITORIO DE LA CULTURA RECUAY

Estudios arqueológicos indican que esta cultura se desarrolló alrededor del primer siglo de nuestra era y duro hasta 600 años a. C., siendo el área principal de su desarrollo el Callejón de Huaylas y la provincia ancashina de Pallasca, hacia el Norte.

Se extendió hacia el Este de la Cordillera Blanca: la zona de los Conchucos y hacia el Oeste en toda la Cordillera Negra y las cabeceras de los valles costeños de Huarmey, Casma, Nepeña y Santa.

Parece que existieron varios cacicazgos o pequeños reinos Recuay en Cabana, Caraz, Huaraz, Catac, Aija y Huari (principalmente en Huamparán). Aunque todos compartieron muchos elementos culturales, se puede distinguir los centros regionales por diferencias en su cerámica y litoescultura.

En el sitio de Pashash en Cabana se aprecia arquitectura monumental que consiste en muros y edificios de piedras grandes. Existen construcciones semejantes en Incawaín cerca de Caraz y en otros sitios. En Huaraz, Ticapampa y Catac presentan grandes tumbas subterráneas de élite Recuay. Además, se ha identificado asentamientos de esta cultura en Pashash, Balcón de Judas cerca de Huaraz y sobre los restos de Chavín de Huantar, donde se ven sus humildes habitaciones. Deben existir muchos otros asentamientos Recuay por descubrir y estudiar.

Como aproximación preliminar de la Cultura Recuay puede indicarse que fue un desarrollo regional de la sierra de Ancash, varios siglos después de la caida de la Cultura Chavín. Su economía se basó en la agricultura de tubérculos, maíz y otros cultivos; en la crianza de llamas y en el intercambio comercial entre zonas adyacentes de la selva y costa. Probablemente facilitado por recuas de llamas para transportar productos entre distintos pisos ecológicos. Además, produjeron artesanía fina en cerámica, metal y textiles que se exportó a otras regiones. Mantuvieron contacto con las culturas coetáneas de Huamachuco y Cajamarca en la sierra norteña y con las culturas costeñas de Gallinazo, Moche y quizás Lima y Nazca (Wegner 1996: 2 - 4).

EL SITIO DE USHNUJIRCA

El Sitio Arqueológico Ushnujirca corresponde a un cementerio, constituido por un gran número de tumbas subterráneas.

El sitio se encuentra a 200 m del lado Este de la Carretera Huari – San Luis (coordenadas UTM 260941 E y 8978624 N) en la Comunidad de Pachachaca, Valle del Huaritambo. Localizado en área de Fondo de Valle (Ibarra 2004), en piso quechua, y cuenta con una altitud de 3670 msnm. Está ubicado en la cima de un pequeño cerro, cubriendo un área aproximada de 8250 m², con medidas de 75 m de Este a Oeste y 110 m de Norte a Sur.

El área principal del sitio está conformada por una serie de tumbas (Fig. 1), las cuales ocupan un área aproximada de 19 por 50 m y se localiza en la parte más alta del cerro. Está delimitada por un muro perimétrico (identificable por el desnivel de 20 a 30 cm del piso y por algunos puntos de alineamiento de piedras) y tiene una forma alargada de Norte a Sur, acompañando la inclinación natural del terreno.

En el lado Este, el sitio presenta una terraza de 100 m de largo y aproximadamente 20 m de ancho. Después de la terraza sigue una fuerte pendiente. En el lado Oeste se aprecia dos niveles aplanados y el terreno desciende suavemente, llegando a áreas de puquiales. El lado Sur limita por una fuerte pendiente que se inicia a pocos metros del muro perimétrico y el lado Norte no es fácil de definir, debido a que el terreno sigue plano por una larga distancia. En este caso, consideramos su límite como el punto más al Norte en que se presentan vestigios arqueológicos, que corresponde al final de la terraza del lado Oeste.

En el área principal del sitio, se tiene un total de 18 tumbas. Estas fueron descubiertas y expuestas por un “huaqueo” realizado en 1999, puesto que se tratan de estructuras subterráneas.

En la parte superior, hacia el lado Este, las tumbas consisten en pequeños nichos circulares o rectangulares, usados para depósito de los huesos (Fig. 2). Uno de esos nichos tiene al frente, en la superficie, una pequeña escalera de acceso, lo que indica cierta importancia del personaje o de los personajes allí enterrados, ya que es la única escalera del sitio. Este tipo de tumbas también se encuentran en Guelleygaga, en la parte baja de Huamparán, siguiendo dirección al rio Huaritambo (Fig. 3) y también se han registrado en el valle de Chacas, y corresponderían a los periodos tempranos de Recuay o inmediatamente después de Chavín, es decir hacia los 200 a. C.

En el nivel más bajo del área principal del sitio, en su lado Este, se encuentran las tumbas subterráneas, que consisten en pequeñas cámaras de planta aproximadamente rectangular, internamente subdivididas o no, alineadas en el sentido Norte - Sur y con accesos independientes orientados hacia el Este (Fig. 4).

Arquitectura: Técnicas constructivas

El análisis del diseño arquitectónico y la técnica constructiva de las estructuras del Sitio Arqueológico Ushnujirca se basó principalmente en las partes internas de las tumbas, ya que las partes externas están poco expuestas.

Las paredes internas de las tumbas están constituidas por piedras de diferentes tamaños, generalmente de forma rectangular redondeada y unidas con argamasa de barro. Entre las piedras mayores encajan piedras pequeñas. En algunos casos se observa el uso de “pachillas” (pequeñas piedras rectangulares delgadas dispuestas horizontalmente entre piedras mayores) en pequeña cantidad.

Las entradas de las tumbas son constituidas por tres piedras rectangulares: dos jambas y un dintel, y contienen también dos paredes de piedras en sus lados laterales externos, formando un pequeño pasadizo. Tales entradas son reducidas, midiendo en promedio 45 cm de ancho y la misma medida de altura. En algunas tumbas se tiene una primera entrada, luego una pequeña cámara y enseguida una segunda entrada, alineada con la primera, dando acceso a la cámara principal, de mayores dimensiones. En otra tumba se tiene una primera cámara y en seguida dos cámaras mayores dispuestas de lado a lado (Estructura 6). Las cámaras tienen plantas rectangulares, en algunos casos con las esquinas en ángulo obtuso, siendo sus dimensiones variables, con medidas mínimas de 65 por 88 cm y máximas de 1,40 por 2,27 m.

En tres tumbas (Estructuras 3, 5 y 6) se aprecian hornacinas internas, tanto en la pared frontal como en las paredes laterales de la cámara principal. Tienen forma cuadrangular, con medidas medidas de 20 cm por lado y 10 a 15 cm de profundidad. Posiblemente sirvieron para contener ofrendas dedicadas a los muertos.

El techo interno de las tumbas es constituido por lajas de grandes dimensiones (midiendo de 30 cm a más de 1 m de ancho), encajadas de lado a lado (Fig. 5). De igual forma, los nichos funerarios tienen grandes lajas que los tapan, aunque en la mayor parte de ellos tales lajas han sido removidas.

En el interior de una de las tumbas existen dos piedras pulidas, incrustadas en la pared frontal, cerca al techo. Las piedras miden aproximadamente 40 por 50 cm. En una de las piedras el pulimento forma un hundido en la superficie, acompañando el contorno de la piedra, resultando así una forma rectangular redondeada. En la segunda piedra, se tiene un motivo similar, conformado en alto relieve. Una interpretación del significado de tal tipo de trabajo y de la simbología que involucra demanda una profundización de los trabajos en el sitio, bien como una investigación acerca de la iconografía referente a la cultura a que está asociado. De todas formas, se trata seguramente de un trabajo de carácter ceremonial funerario, probablemente exclusivo a ese tipo de contextos.

El material arqueológico

Durante los trabajos se encontró material cerámico, probablemente proveniente del interior de las tumbas, como ofrendas a los muertos y removido por el “huaqueo”.

Fueron recolectados en total 198 fragmentos cerámicos, mayormente fragmentos de paredes de vasijas, bordes y bases. La pasta de la cerámica es muy variada respecto a su coloración (roja, marrón oscura, negra o blanca) y contextura (compacta o porosa, lisa o áspera). Muchos fragmentos presentan decoración pintada en negro y principalmente en rojo, con líneas delgadas o anchas. También se observan fragmentos con engobe blanco o rojo. La forma de los bordes es variable, con labios evertidos o directos. Los ejemplares de bases encontradas son generalmente en forma de pedestal.

Otro tipo de material cerámico encontrado fueron los fragmentos modelados de esculturas cerámicas, tal vez partes de vasijas. Hay un interesante fragmento que aparentemente es parte de una figura antropomórfica y presenta engobe blanco; otro fragmento es posiblemente la representación de una cabeza de ave, con vestigios de engobe blanco y pintura roja.

Además del material recolectado en el proceso de trabajo, se pudo tener acceso a vasijas anteriormente retiradas de las tumbas por el propietario del terreno donde se encuentra el sitio (Fig. 6 y 7).

LA ESCULTURA DE ESTILO RECUAY EN HUARI

No sólo la cerámica de caolín es la principal característica de la Cultura Recuay, sino también su litoescultura, en la cual existe una gran cantidad en el Museo de Arqueología de Ancash en Huaraz, la mayor parte de las esculturas encontradas en Huari, corresponden a estatuas las cuales son esculturas en bulto de hombres y mujeres de 0,5 a 1,5 m de alto. La mayoría está sentada con las piernas rectas o cruzadas y las manos sobre las rodillas. Muchos hombres llevan un tipo de arma, como un mazo, un escudo cuadrado o redondo, un rico tocado adornado con manos-trofeos humanos y, a veces, un plumaje semilunar, grandes orejas redondas, cabezas trofeos-humanos suspendidos sobre el pecho y la espalda y a veces un collar de secciones rectangulares. Las mujeres están bien vestidas con trajes y mantas decoradas. Algunas llevan criaturas o bolsas pequeñas.

Se desconoce su función original, es posible que sirvieran de objetos en memoria de los difuntos importantes que se colocaban en tumbas colectivas. En el sitio de Chinchawas en la Cordillera Negra, estos monolitos se encuentran en ambos lados del acceso a una estructura.

En Huamparán se ha podido registrar una laja de piedra sobre la cual se halla tallada un personaje sentado con las piernas abiertas y báculos o bastones en ambas manos, del mismo modo se ve dos camélidos al parecer alpacas en cada lado. Son muy pocas las representaciones de camélidos en la escultura Recuay, esta laja es un representación de la fertilidad ligada a los animales, indicando la importancia de las alpacas en la economía de los antiguos huarinos en esa época (Fig. 8).

Otra escultura, representando un personaje con las manos hacia arriba (Fig. 9), fue registrada en una casa, cercana al puente Vira (cerca al Instituto Pedagógico de la ciudad de Huari), la cual se encuentra formando parte del muro de la casa. Según los pobladores muchas de estas esculturas fueron encontradas en las localidades de Cushin y Buenos Aires.

INTERPRETACIONES PRELIMINARES

La arquitectura de las tumbas subterráneas de Ushnujirca, así como las características del material arqueológico ahí recuperado constituyen indicativos directos de que se trata de un cementerio correspondiente a la cultura Recuay. Se advierte un patrón de distribución funcional y preconcebida de las tumbas, con los nichos funerarios al Oeste, en la parte más elevada del terreno y las cámaras funerarias alineadas al Este, con sus accesos orientados hacia esa dirección. Sin embargo, es probable que las deposiciones hayan sido hechas progresivamente y no al mismo tiempo (Ibarra 1994).

Este sitio, junto con el Ogupampa[1], constituyen un modelo de la organización de los cementerios de la sociedad Recuay; hasta el momento se han identificado principalmente tumbas subterráneas.

La mayor parte de los asentamientos de este período está conformada por montículos y los pirushtus, estructuras de forma circular (a modo de eras) que se encuentran en la cima de los montículos, existen una gran cantidad en Cajay.

Si bien, la arquitectura de las tumbas es conocida, no hay información de la existencia de restos óseos en el interior de éstas, por lo que se presume que fueron saqueadas en épocas prehispánicas.



[1] Ogupampa estaba dentro de los sitios ha ser investigado dentro del proyecto, pero esto no se concretó por la negativa de los propietarios a realizar investigaciones en este sitio, limitando de esta manera el conocimiento de nuestro pasado.

Figura 1. Plano del sitio de Ushnujirca.


Figura 2. Tumbas tipo cista.


Figura 3. Tumba tipo cista en Gellygaga.


Figura 4. Vista de entrada de las tumbas.


Figura 5. Vista general de las tumbas.


Figura 6. Ceramio estilo Recuay encontrado en el sitio.


Figura 7. Cerámica recuperada durante los trabajos.


Figura 8. Escultura en bajo relieve que representa a un personaje con báculos acompañado de un camélido en cada lado.


Figura 9. Escultura en bajo relieve de estilo Recuay hallado en Cushin, Huari. Actualmente forma parte del muro de una casa en la esquina del puente Virá, camino al instituto pedagógico.