LOS SITIOS GEMELOS DE LLAMACORRAL Y AWILUPACCHA
Elisa Benozzi
INTRODUCCION
El presente artículo se propone analizar la singular semejanza entre los sitios Llamacorral y Awilupaccha, comparando sus características estructurales, funciones y valor simbólico. Los dos sitios se ubican en las tierras de la comunidad campesina de Acopalca en la provincia de Huari del departamento de Ancash, en un área que pertenece al Parque Nacional Huascarán. El primero de los dos sitios se ubica en la orilla de la Laguna de Purhuay a una altura de 3532 msnm, mientras el otro se ubica al Este de la laguna, en la cumbre del cerro Runtu, a una altura de 4300 msnm.
En las cercanías de la laguna de Purhuay, en la provincia de Huari, se ubican dos sitios arqueológicos que sólo difieren por su posición y dimensiones: estos son Llamacorral y Awilupaccha. El primero se ubica a orillas de la laguna, mientras el segundo se encuentra en la cumbre del cerro que domina la laguna en su lado Este (Fig. 1). La conformación de las dos estructuras es bien característica y aquí trataremos analizar su función, basándonos también en los hallazgos muy homogéneos que han sido excavados en ambos contextos. Se plantea la hipótesis que Llamacorral y Awilupaccha sean estructuras especializadas para el culto a las aguas en estrecha relación con la pacarina de Purhuay, mítico lugar de origen de la población indígena.
EL SITIO DE LLAMACORRAL
Llamacorral es conformado por tres estructuras circulares concéntricas, cada una de las cuales con su propia entrada. Las tres entradas se hallan perfectamente alineadas entre si y tienen un ancho promedio de 50 cm. (Fig. 2).Los muros presentan una mampostería muy refinada y el uso de la técnica de la huancapachilla. En el primer cerco interior se halla un espacio circular hundido. El estado de conservación de la estructura es muy bueno tal es así que algunas de las lajas que habrían constituido el techado de la estructura misma aún se encuentran en su posición original. Esto nos permitió establecer la altura integral de los muros y averiguar que el muro exterior era más alto del mediano y el mediano del inferior. Este dato es muy importante en relación a las actividades que se desarrollaban en el sitio, porque, según la hipótesis interpretativa que se formula con la doctora Orsini, la altura variada de las paredes pudiera servir para sustentar un techo inclinado hacia el centro para recolectar el agua de la lluvia en la parte hundida de la estructura.
En la temporada de excavación 2006 en el complejo de Llamacorral se han realizado 9 sondeos, denominadas con letras mayúsculas, ubicándose 8 en el interior de la estructura y 1 en el exterior. De los 8 interiores cinco (C,D G, F e I) han sido excavados en el segundo cerco, A y H en el primero y B en la área hundida. El sondeo E, el único en el exterior, se ubicó próximo a una piedra de grandes dimensiones al frente de la entrada del tercero cerco y lamentablemente su excavación nos no proporcionó datos útiles. Cada uno de los demás sondeos ha evidenciado una sola secuencia estratigráfica, compuesta por dos unidades: La UE 1 es un nivel formado después del abandono de la estructura, que es constituido por el depósito natural y por el resultado del colapso parcial del techo y de las paredes, y la UE 2 es un apisonado de tierra, el cual representa el nivel de ocupación del edificio.
El análisis de esta unidad estratigráfica realizada en partes distintas de la estructura permitió observar que el piso de la estructura debe haber tenido una inclinación igual a la del perfil natural de la colina donde se ubica el sitio, como demostraron sus cotas. Respecto a los sondeos D, G y F, que están ubicados en el secundo cerco: D se encuentra en correspondencia de la parte más baja de la colina y tiene una cota inferior en aprox. un metro en comparación con las cotas F y G. Mientras en el sondeo I se evidencia un desnivel de 50 cm entre los dos extremos de la Unidad 2 y al final de la UE 2 en el sondeo C presenta en su parte central un área hundida de 30 cm de ancho que podría ser una canalización. Se infiere que dicha inclinación haya tenido la función de favorecer la circulación del agua hacia el interior del edificio y de encanalarla hacia afuera, como sugieren los resultados de la excavación en el sondeo C. El piso apoyado sobre un relleno de piedras grandes ha sido denominado UE 3 y es considerado como un nivel de preparación funcional al piso (Orsini - Ibarra 2006).
EL SITIO DE AWILUPACCHA
En el sitio de Awilupaccha, que presenta igual conformación, pero de dimensiones reducidas, se ha realizado un sondeo, que abarca el espacio entre las tres entradas (Fig. 3). De su excavación resultó, que además de la UE 1, que se ha formado después del abandono de la estructura, existía un nivel de ocupación, UE 2, análogo a lo encontrado en L, debajo del cual se ha podido averiguar, por la presencia de unas fracturas en su superficie, la existencia de un nivel de relleno, UE 3. Por lo que pertenecería a la inclinación del techado y del piso también, pero a razón de su mal estado de conservación no ha sido posible establecerlo con seguridad; siendo muy probable que haya sido igual a la de Llamacorral, con la misma función (Orsini- Ibarra 2007).
Los dos sitios se caracterizan por una única fase de ocupación, que gracias al análisis con radiocarbono podemos atribuirlos al Periodo Intermedio Tardío.
Además, están conectados también por los hallazgos que se encontraron en dichos niveles de ocupación, que consisten en muy escasos fragmentos de cerámica, pero numerosas cuentas de collares y fragmentos de concha Spondylus en Awilupaccha y una valva de la misma concha en Llamacorral.
SIGNIFICADO DEL SPONDYLUS ENTRE LOS ANTIGUOS HUARINOS
El Spondylus es un molusco que vive en aguas de mares tropicales de todo el mundo. Hay diferentes especies, con colores y estructuras distintas, dependientes del hábitat de pertenencia. La especie hallada es el Spondylus princeps princeps. Se trata de una concha bivalva de color naranja - rojo, que se caracteriza en la parte superior por la presencia de “espinas”, dispuestas en filas radiales, que también salen del borde exterior. En la parte interior muestra una raya paralela al borde de color rojo - rosado. Esta es la especie que se encuentra más en los sitios arqueológicos andinos, también por su presencia en las aguas calientes de la costa entre Panamá y el norte del Perú (Blower D. 1995).
La concha encontrada en Llamacorral es una valva entera de 9 cm de longitud; el color es blanco-coral, por la pérdida de su color original, pero su morfología indica que se trata de Spondylus princeps priceps. Puesta en la capa de ocupación en la UE2 del sondeo F, la concha fue ofrecida posiblemente antes la construcción de la estructura. En Awilupaccha, en cambio, se ha encontrado, en la UE1 unos fragmentos de concha, y uno de estos, por su coloración rosada, ha sido identificado como Spondylus.
La presencia de Spondylus en esta área, ha sido señalada en otros sitios, como Chavín de Huántar, a 20 km de distancia de la laguna de Purhuay. En este importante centro ceremonial del Horizonte Temprano, se han encontrados 53 fragmentos de Spondylus, en el pasadizo subterráneo conocido como la “Galería de las Ofrendas” y en otro pasaje de este mismo sitio, habían otros fragmentos, asociados a una calavera femenina (Burger R. 1984). En Marcahuamachuco, el centro ceremonial del sitio de Cerro Amaru, en el Norte de la sierra de Ancash, se han recolectados mas de 9 kg de concha Spondylus, dentro de uno de los tres pozos llamados chiles (Topic J. 1991). Con sus estructuras y sus hallazgos, este sitio del Horizonte Medio, utilizado para el culto al agua, presenta analogías con los de la Laguna de Purhuay. En el sitio de Marcajirca, en la Provincia de Huari, excavado en los últimos años, bajo la dirección de Bebel Ibarra, se ha encontrado una valva de Spondylus asociada a una sepultura en cueva (Ibarra, comunicación personal). Estos tres ejemplos indican como es que en esta área, dicha concha fue utilizada como ofrenda por las culturas precolombinas, a partir del Horizonte Temprano.
Considerando que el Spondylus no está presente en el territorio peruano, es importante analizar cómo esta concha llegaba hasta la sierra de los Andes Centrales, la ruta comercial y la sociedad que se encargaba de este tráfico. La documentación arqueológica, las crónicas y los topónimos, pueden ayudarnos a comprender estos aspectos. Shortman, en sus estudios, indica que probablemente el tipo de intercambio haya variado con el pasar de los siglos y cómo, con el desarrollo de las sociedades andinas (desde los pequeños grupos independientes hasta comunidades complejas), la solicitud de Spondylus haya aumentado, afinando la capacitad de importar y exportar grandes cantidades de conchas a través grandes distancias (Shortman E. 1989). Whitecotton y Pailes suponen que el transporte de Spondylus se desarrollaba por una serie de contactos a corta distancia, con intercambio de objetos de una comunidad a la otra, pero bajo el control vertical del estado. En este caso, el Spondylus habría estado involucrado en diferentes mecanismos de cambio, como reciprocidad o redistribución (Whitecotton J. - Pailes R. 1986).
Hoquenghem (1982), supone que el Spondylus pudo haber ingresado al Perú por tierra, a través de un camino que recorría Tumbes y Piura, y de ahí al resto de la sierra, según el resultado de sus investigaciones en varios sitios que serían paradas en la ruta del Spondylus. En esta ruta Hoquenghem ha identificado también algunos topónimos, como Mullo Pungu, Mullo Corral, Mulluturo, donde mullu es el termino quechua para indicar el Spondylus. Además ha averiguado que estos caminos fueron utilizados desde la etapa Formativa hasta la época Inca.
El comercio se desarrollaba también con transporte marítimo, a lo largo de la costa del Ecuador, hacia el Perú. Sobre todo el mullu llegaba al Perú desde la zona del Golfo de Guayas y de la península de Santa Helena, donde Marcos y Zevallanos han reconocido talleres arqueológicos por el trabajo de esta concha (Murra J. 2002). María Rostworowski indica, como en este modelo de intercambio, se necesita la presencia de especialistas en la recolección, el trabajo y el transporte, en una palabra en el comercio del mullu (Rostworowski C. 1977). Llamativo, en este sentido, es el testimonio de Bartolomé Ruiz, que cuenta acerca de su encuentro, en la costa de Cabo de la Galera en Ecuador, con un barco de indios, que transportaban oro, plata, tejidos… para trocarlo, dice el, con una concha marina, con la cual ellos hacían cuentas; sin falta se trata de comerciantes de Spondylus (Murra J. 1980).
La importancia comercial de esta concha dependía de su valor simbólico. El mullu, tiene en la ideología andina una valencia simbólica muy compleja. Para entenderla es necesario conocer el concepto de dualidad, “la coexistencia de aspectos opuestos” (Venturoli S. 2003), como tierra y agua, elementos masculinos y femeninos, derecha e izquierda. En Chavín, las representaciones de Spondylus son muy comunes, en particular el patrón de representación de Spondylus y Strombus (otra concha marina) en posición opuesta, como se ve en el Obelisco Tello; también en la escultura del Dios Sonriente, que tiene en la mano izquierda una concha de Spondylus, y en la derecha, el Strombus (Burger R. 1993). En Kuntur Wasi, en el Norte del Perú, hallazgos de estas dos conchas, se han encontrados asociados a sepulturas respectivamente femenina y masculina (Kato Y. 1993)… y este es solamente uno de los muchos ejemplos posibles. La conocida ilustración de la cosmografía andina de Santa Cruz Pachacuti, representa esta dualidad. En la parte izquierda, el lado femenino, son representados también la luna y el mar. Todos estos ejemplos, nos indican la asociación del mullu a características femeninas, al agua y a la fertilidad. Además, debe considerarse la relación con el fenómeno atmosférico ENSO, también conocido como “El Niño”, que provoca un calentamiento de las aguas, creando un habitad ideal para el molusco, también en la costa del Perú. Pero su presencia en esta área, donde normalmente no se encontraría, indica la inminente llegada de lluvias torrenciales y aluviones, un desastre para la agricultora.
CULTO AL AGUA Y MITOS
El sentido simbólico del hallazgo de Llamacorral, se podría explicar con la ayuda del mito de la creación descrito por Molina. Viracocha creó los primeros seres y ordenó a cada uno llegar a su propia nación pasando por galerías subterráneas y saliendo a la superficie a través de manantiales y lagunas (Molina C. 1989 [1575]). Efectivamente, los lugareños, consideran la Laguna de Purhuay su pacarina, el lugar de origen de sus ancestros. Hay lugares, como Nazca, donde la necrópolis estaba situada próxima a las principales fuentes de agua, a fin de que los muertos estuvieran en relación directa con los ancestros primordiales y los recursos acuíferos. En Chavín, en Marcajirca y en Kuntur Wasi, se ha reportado el mullu asociado a sepulturas. En esta perspectiva, el mullu de Llamacorral, podría haber sido ofrecido para pedir la lluvia sirviéndose de los antepasados, intermediarios a las divinidades (Venturoli S. 2003). Efectivamente Cobo indica como el Spondylus era considerado una ofrenda ideal para las fuentes de agua, para pedir a los dioses, la reglamentación del agua en momentos de sequía o de fuerte lluvia (Cobo B. 1956 [1653]).
Aclarado como los dos sitios tenían relaciones con el culto al agua, la hipótesis es que la recolección de la lluvia, obtenida con la inclinación del techado no haya tenido como fin su almacenamiento sino un valor ritual conectado con el agua como elemento sagrado del paisaje.
En las creencias de los pobladores del área, según el relato que unos comuneros Acopalquinos hicieron durante la realización del trabajo arqueológico y que es el mismo recogido también por la doctora Sofía Venturoli en sus investigaciones (Venturoli, en impresión), Llamacorral habría estado conectado con la laguna por medio de su pozo central y del mismo pozo habrían salido rebaños de llamas. Si se pone este relato en relación a lo que hacen sobre la origen del mismo pueblo de Acopalca, cuya fundadora habría nacido de la laguna misma, es evidente como la laguna es actualmente considerada la pacarina de la comunidad y que a ella se atribuya poder sobre la fertilidad de los rebaños y de las chacras.
Se considera al pozo central del sito gemelo Awilupaccha, cuyo nombre quiere decir manantial de los antepasados, haya sido en época prehispánica un puquio del cual brotara agua y que también esto podría haber sido considerado una pacarina y haber tenido la misma función y el mismo sentido ceremonial del otro.
Tomando en cuenta el concepto en la cosmología andina de hanan, huri - hana y hura en quechua ancashino, que señala la idea que exista una división dualista del cosmos que se refleja también en la estructura social, la presencia de dos sitios gemelos, ambos con carácter de pacarina podría ser explicada hipotetizando que cada uno de los dos haya sido la pacarina de una mitad del pueblo: el contemporáneo[1] sitio residencial de Ñawpamarca, que queda entre cada uno de los dos centros ceremoniales.
La partición dual en la actualidad es todavía documentada en al área de Huari, según el análisis de S.Venturoli (Venturoli, en impresión); en primer lugar la división en dos sectores de barrios: hana y hura, de los cuatro barrios de la cabecera municipal. Mientras las acequias de la comunidad campesina de Yacya son la hanasequia y la hurrasequia, y en fin. También, en una de las versiones del mito de fundación de Acopalca se podría individualizar una huella de esta división en el hecho que la heroína fundadora se haya trasladado de la laguna Purhuay a otra en la puna.
Los dos sitios podrían haber sido los centros ceremoniales en los cuales las dos mitades de la comunidad rendían culto a sus ancestros y cumplían los rituales ligados al ciclo del agua.
La relación entre las fiestas del agua, que se celebran en septiembre y la división de los pueblos en dos barrios es documentada en la actualidad en estudios como lo llevado a cabo por Ossio en los años '70 en la comunidad de de Andamarca, Ayacucho (Ossio1974), en cuya fiesta del agua los representantes de las dos mitades de la comunidad realizan pagos a sus respectivas acequias y al final hacen ofrendas junto a la laguna, porque el agua es considerada como elemento que une por su propiedad fecundadora.
De la misma manera, en la comunidad de Chusqui (Isbell1978), el hanan barrio, el barrio alto, tiene su propia pacarina en la Laguna de Matuma, dicho barrio es conectado en el sentido de los comuneros de Chusqui a la agricultura y a la civilización, mientras la pacarina del hurin barrio es un puquio en la puna. Este barrio se relaciona a la puna, a la ganadería y a los seres salvajes. A pesar de esto los dos barrios celebran juntos el ritual de limpieza de las acequias y también hacen rituales particulares en el lugar de su sacarina y celebran juntos el día final en el cual el agua de las acequias fecunda a la Pachamama.
En la comunidad de Huaros Canta (Farfán Lobatón 2002) también existe la partición en dos mitades de la comunidad y en la fiesta del agua cada una empieza los rituales de limpieza de las acequias desde la laguna que consideran como su pacarina y que es la que alimenta a su propia acequia, la cual a su vez irriga a sus chacras.
En todos estos ejemplos siempre se ha mencionado a los canales de riego, por lo que pertenece el agua como elemento que fecunda y esto es porque en la concepción andina sólo el agua que corre fecunda y esto podría ser también la llave para explicar la forma de los dos sitios de Awilupaccha y Llamacorral, que es funcional a imprimir al agua un movimiento y también el hacerla salir hacia las chacras que están alrededores de la laguna y hacia la puna. La puna que muy probablemente es el lugar donde quines vivían en Ñawpamarca criaban sus llamas.
CONCLUSIÓN
Podría ser que en Ñawpamarca haya existido una división Hanan y Huran y esta podría, también, haber tenido un reflejo a nivel social en la división entre los que practicaban mayormente, si no en forma exclusiva, la agricultura y los que igualmente practicaban la ganadería. A pesar del hecho de que las dos mitades de los pobladores del pueblo de Ñawpamarca identificaban su lugar de origen en la laguna Purhuay, edificaron en la puna otro adoratorio gemelo que representara al principio de dualidad que existía en la comunidad. Podría ser que los dos sitios realizaran también una función ritual específica según su posición: Llamacorral fertilizando las chacras a sus alrededores y Awilupaccha la puna o sea el pasto para las llamas.
Se espera que los resultados de la próxima temporada de excavación, en Ñawpamarca, permitan sustentar la hipótesis planteada, confirmando las relaciones entre ambos centros ceremoniales y que su población haya tenido una partición en dos mitades.
[1] Como lo demuestra las muestras de carbón de las cuales se obtuvo fechados C 14.
Figura 1. Mapa de ubicación.
Figura 2. Vista panorámica de Llamacorral.
Figura 3. Vista panorámica de Awilupaccha.