Monday, November 01, 2010

Ocupaciones Prehispánicas de Huari

Las Ocupaciones Prehispánicas de la Provincia de Huari

Bebel Ibarra Asencios

Instituto de Estudios Huarinos

Introducción

Las investigaciones arqueológicas que hemos realizado en la Provincia de Huari desde el año 1997 se han ejecutado contando siempre con el apoyo de la Municipalidad Provincial de Huari. Durante este periodo se realizaron sendas prospecciones que nos han permitido identificar 248 sitios arqueológicos aunque la lista de sitios sigue en aumento. Se ejecutaron excavaciones en diversos sitios, siendo Marcajirca el más importante y que está siendo excavando desde el 2005. Además se han efectuado trabajos en el camino Inka, en el tramo que corresponde a los distritos de Huachis y Cajay. Otras excavaciones se realizaron en los sitios de Ñawpamarca de Huachis, Ushnu Cruz y Canchas Ukru en el distrito de Huachis, asi como en los sitios de Llamacorral, Awilupaccha, Ñawpamarca de Huamantanga e Ishlaranra en el distrito de Huari, para lo cual contamos con la colaboración de la Misión Arqueológica Italiana Antonio Raimondi.

Así mismo se realizó el levantamiento topográfico de diversos sitios, entre los que se encuentran Cuchi Corral, Huaritambo, Ushnu y Marcajirca en Caja; Chuspijirka, Pinkishjirca, Ushnujirca y Pukaranra en Huari, además de Nawpamarca de Huachis, Ushnu Cruz, Huaganku, Soledad de Tambo y Canchas Ukru en Huachis.

Aunque sin duda existe aún mucho por investigar el presente trabajo presenta el resultado preliminar de todos estos años de investigación que no habrían sido posibles sin el apoyo de la Municipalidad Provincial de Huari, lo cual agradecemos.

El Territorio del Antiguo Huarino

El territorio de la provincia de Huari, está conformado por la Cuenca del río Puccha, y éste a su vez está dividido en tres sub cuencas, la del rio Huaritambo que ocupa la parte norte de la provincia, la cuenca del Mosna que ocupa la parte norte y la del rio Puccha que ocupa el lado este y que finalmente deposita sus aguas en el río Marañón.

La geografía de Huari es muy variada, evidentemente predominan los cerros y montañas, pero al mismo tiempo encontramos diversas zonas ecológicas, las cuales la hacen muy productiva, Desde las cumbres de la ladera este de la Cordillera Blanca, con picos que sobrepasan los 6 mil metros de altitud, hasta cálidas quebradas de menos de 2000 m de altitud, en las que predominan las frutas y productos de zonas templadas.

La mayor parte de la población se concentra en la zona Quechua, entre los 3000 a 3500 m de altitud, área que corresponde también al patrón de ocupación de los asentamientos durante la mayor parte de la historia prehispánica.

La Primeras Ocupaciones Humanas

Los Primeros habitantes de Huari provenían de la zona selva, pues si bien en Huari aún no se han encontrado evidencias antiguas de ocupación como las que existen en el Callejón de Huaylas, específicamente en la cueva de El Guitarrero (8000 a.C.), existe otro tipo de evidencias que demostrarían una ocupación de cazadores y recolectores en esta parte de la sierra de Ancash.

Durante los trabajos de construcción del mercado del pueblo de Chavín de Huántar, a una profundidad aproximada de 3 metros se encontraron restos culturales, los cuales comprendían restos de puntas y raederas, industria lítica que de acuerdo al Dr. Rick, corresponde a 5000 años a.C. aproximadamente. Una industria lítica similar fue encontrada en la Cueva de Kanrash, ubicada al sur de Chavín, la cual correspondería entre los 3000-2000 a.C. (Amat 1976).

Estas tempranas evidencias, nos permiten inferir que el antiguo hombre Huarino, llegó como cazador y posteriormente se convirtió en sedentario, desarrollando la domesticación de plantas y animales, estableciéndose en lugares o sitios permanentes, como no hizo en su época de cazador. Entre los animales domesticados se encuentran los camélidos (Llama, Alpaca y Vicuña) que sirvieron de base para su alimentación.

En las alturas de Uco, Huachachi y Cajay existe una serie de cuevas cuya localización sobre los 4000 m de altitud podría corresponder a ese periodo. La realización de una prospección intensiva permitiría encontrar evidencias de ocupaciones tempranas en zonas altas como ésta.

Chavín y los Inicios de la Civilización en Huari

Después de un largo período de adaptación al medio ambiente, domesticando plantas y animales y estableciéndose en campamentos o pueblos permanentes, los antiguos Huarinos sin duda crecen en número y se dispersan por toda la cuenca del río Puccha, lo que se evidencia en la construcción de grandes montículos a base de plataformas.

Sin duda el sitio más conocido e importante es el Centro Ceremonial de Chavín de Huántar, el cual fue ocupado en el periodo de 1200-200 a.C. y es sin duda el sitio de mayor dimensión registrado hasta el momento en la provincia de Huari.

Chavín de Huántar es un centro ceremonial, conformado por dos templos: el Templo Antiguo, con la Plaza Circular y el Lanzón y el Templo Nuevo con la Plaza Cuadrangular y el Portal de las Falcónidas. Este sitio se ubica cerca de la confluencia entre el río Mariash y el río Mosna, zona que, desde el punto de vista geomorfológico, es muy inestable pues es propicia a recibir aluviones lo que de hecho esto ya ha sucedido muchas veces durante el pasado, siendo el último aluvión registrado el ocurrido en 1940 que sepulto completamente el templo.

El Por qué los antiguos Huarinos decidieron levantar el templo en esa área es un misterio. La zona de Chavín es un punto intermedio entre la selva y el Callejón de Huaylas. Esta ruta de tránsito hacia la selva del rió Monzón aún es usada por los pobladores quienes van a adquirir hojas de coca. Existe información hasta la década de los 50 de que algunos campesinos de Huari tenían terrenos para cultivar coca en la selva e iban cada año a sembrarla y cosecharla.

Las relaciones de Chavín con la zona selva, se ven reflejadas por la variada iconografía existente en la escultura y cerámica que presentan principalmente al águila, la serpiente y el felino (hay consenso que se trata de un jaguar), dichos animales, tienen su hábitat actual en la selva baja del Perú. La ruta hacia la selva se realizó a través del antiguo camino Prehispánico que se localizaba donde se encuentra la actual carreta Pomachaca – Uco – Huacaybamba (Huánuco), que fue construida en la década de los 50. Como prueba de ello existe una serie de petroglifos situados al borde de este camino, en la zona de Yunguilla, donde se aprecia un felino, cuyo diseño tiene mucha similitud con los felinos Chavín. En la zona de Gargawain en el distrito de Rahuapampa, también existen una serie de pinturas que representan al “sol”, con ojos. Comúnmente este tipo de representaciones se refieren a puntos guías en el camino.

En la cuenca del río Huaritambo, en los distritos de Huari y Cajay, hemos podido identificar una serie de sitios que corresponderían a este periodo, uno de ellos es Reparin, ubicado al borde de la laguna del mismo nombre y conformado por una serie de plataformas (3 a 4). Además, el sitio llamado Yamllipitec, ubicado en el centro Poblado de colcas, distrito de Huari, tiene la misma configuración que el sitio de Reparin, es decir, está formado por una serie de plataformas superpuestas y en este sitio se pudo recuperar fragmentos de cerámica incisa, posiblemente de estilo Chavín.

Influencia Chavín más allá de Chavín de Huántar

Tello postuló a Chavín como origen de la Civilización Andina y desde que diera a conocer este lugar, numerosos arqueólogos lo han investigado. Todos se enfocaron en el centro ceremonial de Chavín de Huántar (excepto Burger que realizó trabajos en las zonas periféricas, específicamente en Pogoq y Wamanwain [1982]). Sin embargo la problemática de Chavín siempre se ha discutido en un contexto panregional, siendo necesario examinar lo qué significó lo ritual para el funcionamiento de Chavín de Huántar y los medios económicos para que estos “rituales” se llevaran a cabo.

Un estudio a nivel intraregional, es decir al interior de la cuenca del Puccha no ha sido realizado. Hemos tratado de establecer un patrón de asentamiento para la cuenca del Puccha durante el Horizonte Temprano, el cual revela que la mayoría de los asentamientos se ubicaban en los fondos de los valles, siendo la mayoría de ellos montículos con plataformas. Pero esto no es concluyente, debido principalmente a la carencia de dataciones que nos permitan corroborar la contemporaneidad con Chavín; aunque también es cierto que no existe la cantidad de tiestos generalmente descrita por Tello (1960) y Espejo Núñez (1958), en los sitios que denominan Chavín. La cerámica incisa es casi inexistente; en los 124 sitios registrados en 1997, sólo se encontraron dos fragmentos incisos (Ibarra 2004: Fig. 24a, 27 a y b).

¿Qué podría significar la ausencia de cerámica incisa en las cantidades referidas por Tello y Espejo Núñez en los sitios asignados por nosotros al periodo Horizonte Temprano? Creemos que el Centro Ceremonial de Chavín de Huántar estuvo, en gran medida (no completamente), desconectado de los asentamientos formativos contemporáneos y que las actividades rituales llevadas a cabo en estos asentamientos fueron independientes, no tenían relación con Chavín de Huántar. La ausencia de cerámica, arquitectura y esculturas en áreas relativamente cercanas a Chavín permite inferir esto.

Tello, asignaba una pertenencia Chavín al sitio de Matibamba, por estar conformado de muros megalíticos. Este tipo de muro es abundante en la cuenca del Puccha y generalmente son muros de contención (terrazas). No se ha encontrado ninguna evidencia de cerámica, y es casi improbable encontrar cerámica incisa, generalmente de carácter ceremonial, en terrazas agrícolas.

En 2004 excavamos el sitio de Hatuncorral, cerca del poblado de de Huamparán en el distrito de Huari (Ibarra: ms). Está conformado por varios patios circulares a desnivel, con una estratigrafía muy profunda, comenzando con material Recuay (caolín), seguido de cerámica blanco sobre rojo y posteriormente algunos fragmentos pulidos de color marrón. Lamentablemente la ayuda para las excavaciones fue suspendida, y éstas se detuvieron antes de llegar a terreno estéril, a pesar de haber tenido una estratigrafía de casi 1.80m inusual para la zona (la profundidad en sitios tardíos en cimas de montañas no excede los 50 cm). Creemos que este sitio podría ofrecer estratos hasta una ocupación formativa, la zona de Huamparán tiene una larga ocupación que va desde el periodo Intermedio Temprano hasta el Intermedio Tardío (Ibarra, Chirinos y Borba 2009: 29-44, 45-60), además un ramal del camino Inka que se dirige a San Luis atraviesa el territorio.

En los valles cercanos a la provincia de Huari, principalmente en Chacas y San Luis, los asentamientos del Horizonte Temprano son montículos artificiales (Herrera 2004: 231). La ocupación de los fondos de valles esta mayormente en el valle de Chacas, pero igual se trata de montículos (Orsini 2005). La ausencia de cerámica incisa es la constante en los sitios de estos dos valles. Lo más cercano que hemos podido identificar como estilo Chavín, lo observamos en los Petroglifos de Caullumachay en el distrito de Pontó. Se trata de un felino con boca de probable estilo Chavín.

En conclusión las relaciones del Centro Ceremonial de Chavín de Huántar con asentamientos contemporáneos en la cuenca del Puccha aún no están definidas. Una estrategia de excavaciones en sitios “Horizonte Temprano” en cada uno de los valles que forman la cuenca del Puccha, sería alentadora en resultados. Los sitios idóneos son Reparín y Hatuncorral en el valle de Huaritambo, Onga en el valle del Mosna y Piruro en el valle del Puccha.

La sociedad Recuay en Huari: siglo II-VI

Luego de la desaparición de Chavín como sociedad predominante en la cuenca del Puccha, por razones que se desconocen hasta hoy, surgen nuevos grupos sociales que se asientan en los valles Huarinos, como son los Recuay. Sin embargo, antes de ellos existe evidencia en el templo de Chavín de Huántar, de un grupo que elaboraba cerámica de color rojo con diseños en color blanco. En arqueología es conocida como cerámica blanco sobre rojo y se encuentra inmediatamente después de los estratos con material Chavín. Aun cuando no se conoce mucho de este grupo, su cerámica se encuentra distribuida en una gran área de la sierra de Ancash.

Recuay o Cultura Recuay recibe el nombre gracias a que los primeros hallazgos que se realizaron en la zona del actual distrito de Catac, provincia de Recuay, aunque se encuentra distribuida en casi toda la sierra de Ancash, desde la Cordillera Negra hasta el Marañón, desarrollándose entre el los siglos II-VI d.C.

En Huari los primeros indicios de esta cultura fueron registrados por Julio C. Tello en el Templo de Chavín. Posteriormente Julio Espejo Nuñez en la década de los 50 localizó una serie de soterrados en los distritos de Huántar y Chavin. La función de los soterrados aparentemente fue de servir de tumbas. Estas tumbas también han sido registradas por nosotros en la zona de Huamparán al norte de Huari.

La evidencias más conocidas de los Recuay son sus tumbas. Estas pequeñas cámaras funerarias, aparentemente fueron enterradas por los Recuay, dando la impresión de un pequeño montículo. Están formadas generalmente por dos cámaras, la primera de ellas pequeña, donde se colocaban las ofrendas a los muertos, y la segunda o cámara principal, en la que se depositaba el cuerpo. Esta cámara también poseía una serie de hornacinas o espacios en las paredes donde se colocaban los objetos importantes para la persona sepultada. En algunos casos están tumbas estaban agrupadas como es el caso de Ogupampa y Ushnujirca en Huamparán donde se pueden apreciar en número de diez, cinco con los accesos orientados al este y cinco con los acceso orientados al oeste. Por lo tanto podemos inferir que esta serie de tumbas agrupadas o colectivas, pertenecían a un grupo familiar.

La cerámica Recuay caracterizada por una decoración de fondo blanco, con pintura marrón o naranja, está dispersa en gran parte de la sierra de Ancash. Hemos encontrado esta cerámica en lugares como Paños en la provincia de Antonio Raimondi.

Esta cerámica generalmente representa personajes antropomorfos, que serían los shamanes de esa cultura, así como lo que se conoce como el “dragón”, que de acuerdo a nuestros trabajos sería la muca, un animal oriundo de los andes. En Huari hay leyendas que mencionan que este animal prepara la chicha de jora; además si tomamos en cuenta que la mayor parte de los recipientes son para beber y transportar líquidos, y la chicha es un elemento importante en los rituales andinos, la muca se ajusta más a la descripción.

Los sitios Recuay identificados por el proyecto hacen notar que ellos se establecen en zonas un poco más altas que los Chavín, ocupando las cumbres de los cerros, y modificándolas construyendo muros de contención y plataformas, dándoles la forma de pirámides truncas o escalonadas.

La escultura Recuay, también es muy conocida. Si bien la procedencia de la mayoría de las piezas que se encuentran en el Museo Arqueológico de Ancash en Huaraz es desconocida, su manufactura y estilo son fácilmente reconocibles. Esculturas de un personaje con los brazos abiertos portando báculos, son las piezas más interesantes, ya que a cada lado se observa una llama, demostrando la importancia de los camélidos en la economía y cosmovisión de los Recuay. Asimismo, la representación de camélidos también está presente en la iconografía Recuay.

Huari entre el siglo VI – X d.C. Huellas de un “Imperio Wari Ayacuchano”

A partir del siglo V en la mayor parte del Perú Prehispánico aparece un fenómeno que en arqueología ha merecido diversos nombres: Imperio Wari, Sociedad Huari o Cultura Huari entre otros. Está definido como la expansión de una cultura que tuvo sus orígenes en la zona de Ayacucho al sur del Perú, y que tiene diversos enclaves en Lambayeque, Cajamarca, Callejón de Huaylas, Huamachuco, Lima, etc.

La presencia Wari (para diferenciarla de Huari en Ancash), en la cuenca del Puccha no está definida, no se han encontrado evidencias en cerámica o arquitectura que sugieran una ocupación permanente de este territorio.

El estudio de patrón de asentamientos realizado en 1997, revela que los sitios de este periodo ocuparon previamente los mismos asentamientos que los recuay, por lo cual no hay un cambio en la ocupación del territorio. Las formas de arquitectura características en los sitios Wari, como son los edificios en forma de “D”, presentes por ejemplo en el sitio de Honcopampa, no han sido registradas.

Sin embargo algo que llama la atención es la presencia de la chullpa, como elemento funerario. Las chullpas cumplían una función de tumbas, generalmente para varios individuos. No existen grandes chullpas como en Honcopampa en Cararhuaz o Katyama en Caraz, las chullpas son mayormente pequeñas y la técnica de construcción de los techos difiere ya que en la cuenca del Puccha éstos son cónicos y están formados por piedras pequeñas, mientras que el Callejón de Huaylas son planos, formados por grandes y pesadas lajas de piedra.

Si bien, hay conceso en la duración de Wari en el Perú, siglo XII, consideramos ésta una fecha muy tardía. En base a fechados obtenidos en el sitio de Marcajirca, tenemos una ocupación que se remonta al año 1030 d.C. por lo que consideramos esta fecha como el final del periodo Wari (sin ocupaciones) en la provincia de Huari.

Las Marcas: Pueblos tardíos en Huari entre el siglo X-XV d.C.

Al final del Periodo Wari, en la mayor parte del territorio del Perú, surgen pequeños y medianos grupos étnicos que ocupan los valles interandinos, y costeños. La cuenca del Puccha no es la excepción y es así que en este territorio se establecen o surgen dos grupos étnicos: Los Huaris y Los Pincos.

El primer grupo ocupa el norte de la actual provincia de Huari, mientras que el segundo el sur y sur este, llegando a limitar con los grupos étnicos del alto Marañón.

Durante este periodo de tiempo, la mayoría de los asentamientos o sitios arqueológicos, se trasladan a las partes altas de los cerros, por encima de los 35000 m. de altitud. Parece obvio que se debió a razones defensivas puesto que la mayoría de los asentamientos tiene murallas que rodean los sitios y en algunos casos, como en el sitio de Misiónjirca en Huacachi, existen grandes zanjas o pozos antes de las murallas.

Marca es la denominación para pueblo y posee muchos componentes arquitectónicos, como sectores de vivienda, plazas, calles, espacios públicos cerrados, estructuras ceremoniales, murallas, etc.

Cabe señalar que el clima bélico, no ha podido ser probado aún. En base a las investigaciones realizadas en Marcajirca, el análisis de los restos óseos humanos existentes en el sitio no muestra traumas debido a golpes o contusiones ocasionados por objetos contundentes, tal como indicó el análisis de al menos 260 individuos. Además aunque no se ha encontrado una alta cantidad de cráneos (aproximadamente 50) sólo en 5 de ellos existen traumas, no pudiendo establecerse en qué condiciones se produjeron.

El Culto a los ancestros en Marcajirca siglo X-XVI

Marcajirca es unos de los sitios que más ha sido investigado por el proyecto. Las excavaciones se remontan al 2005 y los trabajos de exploración a 1999. Lo que llama la atención de este enorme sitio arqueológico, que tiene aproximadamente 50 has, es la amplia cantidad de estructuras funerarias distribuidas en dos grandes grupos: las chullpas, y las cuevas funerarias. En total existen 38 chullpas y 31 cuevas funerarias, la mayoría con restos óseos humanos disturbados al interior.

En el 2007 se inicio un estudio bio-antropológico a fin de establecer la reutilización de las estructuras funerarias y determinar si esta diferenciación obedecía a cuestiones de clase social o temporal. El análisis óseo nos ha permitido hasta ahora identificar 260 individuos, tanto en chullpas como en cuevas, además de entierros intrusivos.

Basándonos en los fechados obtenidos, las chullpas y las cuevas habrían sido utilizadas contemporáneamente, pero existe un problema a resolver, ya que el material usado para el fechado corresponde a dientes humanos lo que nos proporciona la antigüedad de las personas pero no de las estructuras. El hallazgo en una de las cuevas de huesos amarrados en con una especia de cuerda hecha con plantas, sugiere que fueron traídos de algún sitio, en este caso una chullpa. Sin embargo, el análisis óseo en las chullpas no revela la presencia de gran numero de huesos pequeños, como son los huesos de las manos y pies, que se supone deberían quedar luego de trasladar solamente los huesos largos.

Todas estas interrogantes están aún pendientes, aunque hemos podido identificar algunas actividades relacionadas a los rituales funerarios, como es la quema de ofrendas. Esta actividad se realizaba en la parte frontal de las chullpa, frente a los accesos. De acuerdo a los datos históricos, las chullpas eran tumbas abiertas que eran frecuentadas por los vivos, quienes les llevaban ofrendas y en algunos casos sacaban las momias de las chullpas y las paseaban por el pueblo y los terrenos de cultivo como símbolo de fertilidad.

Los entierros intrusivos hallados en Marcajirca han sido datados en el año 1640, es decir en los primeros años de la colonia. Uno de estos entierros corresponde a por lo menos 34 individuos, entre varones, mujeres, niños y no nacidos, quienes no fueron enterrados en chullpas o cuevas, sino en el suelo de una estructura de forma semicircular, la mayoría de ellos aún articulados, es posición cubito lateral. La Estructura 10 se ubica 4 metros al este de una cueva funeraria y frente a una chullpa (3m al oeste). Esta localización llamó nuestra atención ya que teniendo una cueva y una chullpa tan cercanas, estas no habían sido utilizadas. Tomando en cuenta el fechado obtenido, podemos sugerir, que este entierro fue realizado de forma oculta puesto que en 1580 se instauró la extirpación de idolatrías, quedando prohibida la sepultura de muertos en los lugares arqueológicos o sus antiguos pueblos. Al mismo tiempo muchas de las poblaciones indígenas de la época fueron reducidas es decir obligadas a dejar sus pueblos y a vivir en pueblos nuevos fundados por los españoles, siendo éste el caso de la ciudad de Huari.

Así, al parecer, Marcajirca fue frecuentado años después de ser abandonado y su carácter de sagrado no decayó. Cabe mencionar que este sitio arqueológico es el que posee la mayor cantidad de estructuras funerarias de la cuenca del Puccha.

Los edificios de Rapayán y los pueblos del Alto Marañón Siglos X-XVI

Los pueblos ubicados en la margen derecha del río Marañón, que corresponden a los distritos de Rapayan, Huachis y Paucas, durante el siglo X-XVI tuvieron un desarrollo cultural diferente a los de la cuenca del Puccha. Esta parte de Huari estuvo poblada por los Yaros, quienes tenían su territorio en la provincia de Chinchaycocha (hoy Junín) y que tenían por vecinos a los Chupachos, a los Yachas a los Yanamates y a los Huamalli. Fue un pueblo de tradición pastoril venido del altiplano, tenían pocas Huacas y adoraban a sus “Malquis”, sus antepasados que se hallaban sepultados en mausoleos.

La mayoría de los sitios arqueológicos Yaros ocupan la crestas de los cerros y están comprendidos entre los 3,050 y 3,860 m.s.n.m. No se hallan sitios en la parte alta de los cerros que sobrepasan los 4,000 m.s.n.m. ni tampoco se han localizado corrales a diferencia de otros sitios del alto Marañón.

Los asentamientos más extensos a los que denominamos pueblos fortificados, presentan murallas que rodean los sitios como en Gantu, Rurijahuan, Rapayán y Quellkall, donde la planta de la mayoría de las estructuras es cuadrangular aunque eventualmente se observan algunas circulares.

Los sitios de menor dimensión se hallan sobre repisas o terrazas formadas por muros de contención donde los afloramientos de roca son muy notorios, especialmente en los sitios donde hay “edificios”, ya que por su altura necesitan una base sólida.

Existen sitios que por su ubicación en pequeñas cumbres rocosas muy escarpadas sugieren una función militar, ya que éstas se hallan completamente cercadas por muros perimétricos y su acceso se da por un solo lado además de tener un acabado rústico como es el caso de Llinquey y Matacastillo.

Los “edificios” son muy variados morfológicamente pero su técnica de construcción es la misma. La funcionalidad de estos ha sido muy discutida pero podemos deducir que los que se hallan alejados de las áreas de concentración y presentan en la mayoría de las hornacinas restos óseos sirvieron como mausoleos. Creemos que no han sido almacenes por lo reducido del espacio ya que en cada hornacina entraría con dificultad un saco de papa o maíz. Además se hallan alejados, fuera de las murallas y no presentan peldaños para subir. Todos los accesos están orientados hacia el este, por donde sale el Sol y algunos de ellos se hallan en sitios de difícil acceso como Alcayán.

La viviendas típicas de los sitios están conformadas por estructuras de planta rectangular, con accesos trapezoidales, hornacinas tipo “ánfora” a ambos lados del acceso que dan al interior, otro acceso trapezoidal que se dirige a un recinto de dos niveles no muy altos (separados entre sí por 1 m.). En algunas de las hornacinas se han hallado restos óseos, pero sólo un hueso o tres como máximo pues según los pobladores algunas personas los colocaron allí intencionalmente ya que no existe ninguna evidencia de restos de fardos (fragmentos de tela), que es como se enterraba a los muertos.

Las estructuras funerarias, son diversas y es difícil establecer sin son contemporáneas o intrusivas. Hemos podido distinguir las siguientes a) Corresponde a los “edificios” con hornacinas ya descritos, b) Un tipo de tumba con cornisas existentes sólo en el Complejo Rapayán, donde una de ellas presenta decoraciones pétreas en zig-zag, c) pequeñas tumbas ovaladas construidas en la ladera de los cerros a manera de cuevas, d) Chullpas selladas de planta cuadrangular con techos de lajas planas, ubicadas dentro de los asentamientos y e) Chullpas de planta circular de 1 m. de altura, con accesos al ras del suelo, ubicadas en quebradas poco accesibles.

La existencia de un control de los caminos, tal vez como medida de protección se evidencia por las estructuras a manera de “columnas” que se hallan a ambos lado del camino y que están ubicadas a distancias regulares (casa cresta des pues de una quebrada), estos puestos de control comienzan en el primero de los sitios, que se halla en la parte norte del área estudiada (Quellkall), y de ahí continúan hacia el sur hasta llegar al Complejo Rapayán ubicado a 5 horas del primer control.

APU LLAMOQ Y SU PRESENCIA EN LA REGIÓN DE CONCHUCOS

Llamoq es un cerro ubicado frente a la ciudad de Huari en el distrito de Cajay. Es el apu de la provincia, la jirca de los huarinos; también se le puede denominar la huanca, el awilu, pero este juego semántico, no cambia el significado que tiene para los huarinos, la “jirca del pueblo”, el protector.

Los apus constituyen los ancestros, que tienen cierto carácter divino y que se representan de muchas maneras, como por ejemplo: cerros y lagunas. Un ancestro que en la antigüedad tuvo la misión de fundar el pueblo de Huari (no se hace referencia al actual Huari), proteger al pueblo, proteger las cosechas y que ahora se muestra en el paisaje en forma de un cerro, algo muy común en los andes peruanos.

Revisando documentos escritos correspondientes a los tiempos de la Colonia, se halló la siguiente referencia: Rodríguez Príncipe, quien vivió entre 1578 y 1638, menciona la existencia de una huaca, también llamada Llamoq, en el pueblo de Marca en el Callejón de Huaylas. Al respecto señala:

“... a un cuarto de legua desta población muy antigua donde en un adoratorio rodeado de cantería y en medio hecho un caracol estaba su respetada y principal Huanca llamada Llamoq que era una piedra al modo de una calavera tan pesada como fiera que mirarla ponia horror estaba rodeada de muchos sacrificios adorábanla con airjuas y trompetas estos llactas y era huaca e la madre del cacique y los deste ayllo dijeron proceder de esta huaca….”.

En la Relación de los Primeros Religiosos Agustinos que data de 1560, se menciona que en Huamachuco se veneraban a piedras redondas o munigundo, a las peñas muy grandes a las que se les denominaba Yamaguaca y Yamoguanca.

En el área de Huachis, en la zona denominada Jatoviejo, los pobladores tienen miedo de subir a un cerro al cual llaman falso Llamoq, (también lo conocen como Winaj); porque: “cuando uno sube a él, se aparece en el Llamoq de Cajay”.

Los ancestros también pueden haber sido conquistadores, que llegaron de otros lados y se establecieron en un lugar. Es por eso que la representación de una huanca conquistadora, que irrumpió en la zona de Conchucos proveniente del Callejón de Huaylas o viceversa podría explicar del por qué existen varios Llamoq en la sierra de Ancash.

Otro dato sobre las huancas – cerros, es el que señala Cristóbal del Albornoz en 1584, quien se refiere: “Existe Anco-vilca, la huaca principal de los indios de Huanuco y Pincos, la cual es una piedra que está en un cerro pequeño junto al pueblo de Pincos”. Este pueblo de Pincos se halla cerca de Huachis. En la actualidad Ango, es el nombre del único nevado fuera de la Cordillera Blanca, al cual los huachisinos llaman “Apu Ango”.

Quienes han subido alguna vez a Llamoq, pueden haber notado que el cerro constituye un sitio arqueológico, rodeado por una serie de muros, que ascienden de manera concéntrica, para luego terminar en una plataforma circular, sobre la que actualmente se halla una cruz. Debe aclararse que Llamoq tiene dos cimas, dos cruces, una de ellas es la que se ve desde Huari, y en donde a mediados del 2008 los pobladores colocaron una nueva cruz y detrás de ésta se halla la otra cima, que no es visible desde Huari siendo ésta a la que se refiere el presente texto.

Casos similares se repiten en muchos de los sitios arqueológicos que ahora presentan cruces, como por ejemplo:

- La cruz de Chullin, se halla sobre un sitio arqueológico (Ampas).

- La cruz de Gantujirca (se halla sobre un inmenso sitio arqueológico con muros que superan los 8 metros de altura) se localiza en Yacya.

- La Cruz de Winaj en Huachis. Este sitio presenta las mismas características que Llamoq: presenta una serie de muros que rodean al cerro, culminando en una plataforma, sobre la cual se encuentra la cruz.

En resumen podemos decir que existen cruces y huancas a lo largo del territorio de Huari.

La presencia de numerosas cruces obedece al hecho que durante el periodo de la conquista los antiguos peruanos, tuvieron que cambiar sus creencias, obligados por el poder católico de aquel entonces. Pero sucedió que muchos de los pueblos que tenían sus ancestros en los cerros, en los lugares arqueológicos, decidieron colocar las cruces cristianas en estos lugares para no separarse de sus ancestros, lo que generó que los extirpadores de idolatrías, aquellos mandados por la Santa Inquisición, vieran que dichas cruces cristianas eran objeto de culto; surgiendo así una simbiosis entre lo antiguo y lo moderno (europeo), que perdura hasta la actualidad, lo que se refleja en el hecho de que muchas festividades católicas, fueron “enmarcadas” por la Iglesia dentro del calendario antiguo para su continuidad en el tiempo.

La Conquista Inka de la tierras Huarinas

Hacia la época de la conquista inca la actual provincia de Huari se hallaba dividida en varios señoríos independientes a saber: la provincia de Pinco y la de Huari. La evidencia de la ocupación Inca, esta dada por el mismo camino que según las crónicas fue construido por orden de Huayna Capac en su viaje a Quito. Este camino viene de Huanuco Pampa (principal sitio importante cerca de Huari) sigue hacia Yauya, Conchucos y Huamachuco.

Los vestigios arqueológicos Incas fueron fechados (relativamente) por su ubicación dentro del Qapaqñan, la mayoría de ellos se halla a un lado del Camino y lo constituyen principalmente Tambos. La conquista de la región andina de Ancash fue obra del generalísimo Inca Cápac Yupanqui hermano de Pachaccutec que gobernaba el Imperio y del príncipe heredero Tupac Yupanqui que acompañaba a su tío a quien le tocó realizar después la conquista de la costa del Señorío de Gran Chimú. También se señala que de Chucurpa ambos habrían mandado los apercimientos acostumbrados a las provincias vecinas, sometiéndose la de Pinco, más no así los señoríos de Huaraz, Yauya, Piscobamba y Conchucos los que deponiendo sus rivalidades se unieron para defender su independencia contra el enemigo común, siendo la guerra larga y sangrienta, pues sólo sitiados por el hambre, los coaliados se rindieron, sólo los Yauyas se sometieron y se hubo sometido de buena voluntad el curaca de Huamachuco. (Amat 1971: 35).

Estas tierras fueron testigos de la lucha practicada entre los ejércitos de Huascar y Atahualpa, donde hubo un combate cerca al puente de Pomachaca. Dice al respecto Cieza de León que le refirieron que tras la refriega las tropas de Huascar abandonaron el campo quemado y el puente en su retirada, por lo que Calcuchimac; general de Atahualpa se arrojó y cruzó a nado el río seguido de varios de los suyos dando muerte a los soldados fugitivos de Huascar.

Publicado en el Anuario Cultural de Ancash 2010. Editado por la Asociación Ancash. Huaraz.